En la que había sido anunciada como ‘norma estrella’ de la Europa comunitaria se definen objetivos para lograr la neutralidad climática en 2050, pero la hoja de ruta no detalla los pasos intermedios.
No se ha andado por las ramas la titular de Transición Ecológica ante sus homólogos europeos. Durante su intervención, la pasada semana, en el Consejo de Ministros de Medio Ambiente de la Unión Europea, Teresa Ribera valoró el esfuerzo de la Comisión Europea para presentar una propuesta de Ley de Clima en menos de 100 días pero dijo, sin rodeos, que la propuesta era “muy mejorable” y que “necesita ampliarse tanto en ambición como en enfoque”.
Y es que, en la que había sido anunciada como ‘norma estrella’ de la Europa comunitaria se definen objetivos para lograr la neutralidad climática en 2050 pero la hoja de ruta no detalla los pasos intermedios. A juicio de Ribera, a la propuesta actual le falta “concreción” y, aunque no lo dijo explícitamente, dejó entrever durante su intervención en el Consejo de Ministros que las prisas no habían sido buenas consejeras, porque en el borrador de la Ley de Clima no se especifica cómo se van a articular las inversiones, las transformaciones, o las medidas industriales, energéticas o sociales “que hay que activar ya mismo, en 2020, para conseguir la neutralidad climática en 2050”, urgió la vicepresidenta.
“La Ley debe ir más allá en contenido y ambición”
Dijo Ribera que la propuesta de Ley de Clima europea había dado, tanto a los Estados miembros como al sector privado y a los inversores, una “señal adecuada” del firme objetivo de neutralidad climática a 2050 como guía de todas las políticas europeas. Sin embargo, abogó porque el objetivo de neutralidad climática no sólo aparezca en la Ley para el conjunto de la UE, es decir, en términos genéricos, sino que también se especifique para cada uno de los estados miembros.
“La Ley de Clima debe articular toda la respuesta europea a la emergencia climática, por tanto debe ir más allá tanto en contenido como en ambición”, subrayó Ribera, quien fue más allá al indicar que el nuevo reglamento debe establecer un marco institucional para la descarbonización con un objetivo claro “no sólo a 2050, sino también a 2030“. Además, tiene que mejorar en el establecimiento de señales e incentivos para promover la acción climática y atraer a los inversores, o en la creación de mecanismos para transversalizar el objetivo de neutralidad climática como guía de todas las políticas.
En esa línea, España remitió el pasado martes una carta al vicepresidente ejecutivo de la Comisión, Frans Timmermans, junto con Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Letonia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, Eslovenia y Suecia, pidiendo que la UE presente su evaluación para alcanzar un objetivo de reducción de emisiones a 2030 más ambicioso en el primer semestre de este año, pasando del 40 % actual respecto a 1990, a un 50 o 55 % respecto a la misma fecha.
