Muchos expertos lo tienen claro: "Esta materia prima es el barómetro de la economía global". Aunque, durante los últimos días, su precio se está reduciendo, algunos creen que no es más que "un respiro", y que, en los próximos años, siga creciendo en la medida en que también lo hagan las energías renovables.
Las miradas de las grandes economías globales llevan meses puestas en él. Y no solo por el gran aumento de precio al que ha estado sometido durante los últimos meses, sino por la posibilidad de que su suministro pueda ‘estar en peligro’ a corto plazo.
“El cobre se convertirá en el nuevo petróleo del mundo verde. Sin él no habrá descarbonización”, vaticina el banco de inversión Goldman Sachs en un artículo de El País.
Los expertos tienen claro que el hecho de que el mundo demande mucho más cobre es sinónimo de que “la actividad industrial va por buen camino y, por lo tanto el PIB se expande, como está ocurriendo ahora”.
Según la Bolsa de Metales de Londres (LME, por sus siglas en inglés), el precio de los futuros del cobre está próximo a los 8.100 euros (9.900 dólares) por tonelada: un 70 % más caro que hace exactamente un año. El mes de mayo fue el que supuso máximos históricos para el metal cuya tonelada llegó a costar los 8.800 euros ( unos 10.700 dólares).
Además- añade Ben Laidler, estratega de mercados globales de eToro -, “con la recuperación de la industria mundial, los precios han subido: el 45 % del cobre se utiliza en la construcción y otro 20 % en la electrónica“.
Últimamente… ¿se ha reinvertido la tendencia?
Durante las últimas semanas, el precio del cobre parece que ha comenzado a disminuir, pero la mayoría de especialistas no creen que continúe decreciendo mucho tiempo: “Ahora mismo el precio está menguando y se espera que siga perdiendo fuerza en la segunda mitad del año”, afirma un sondeo llevado a cabo por Reuters.
“Después de que – agrega el mencionado sondeo – China, responsable del 50 % de la demanda mundial, haya metido el freno en los planes de estímulo económico”.
Sin embargo, y así lo indican buena parte de los analistas del mercado, “la cotización de este metal solo está tomando un respiro para escalar al próximo peldaño”.
Las energías renovables lo demandarán más
Junta a una clara recuperación del PIB y la demanda, se sitúa una economía cada vez más verde: las energías renovables y la electrificación de la movilidad también demandarán más cobre.
Una ecuación a la que los expertos suman dos variables:
- El riesgo de que la inflación vaya en aumento: lo que empujará a algunos inversores a comprar materias primas, especialmente como activos reales y usarlos como cobertura.
- La debilidad del dólar estadounidense: al igual que otras materias primas, el cobre está denominado en esta moneda, y tiende a crecer a medida que el billete verde se deprecia. Este efecto mejora el poder adquisitivo de mercados como el chino, lo que podría impulsar la demanda.
Hay que mencionar que, en los últimos diez años, el desarrollo de minas nuevas ha sido limitado y las empresas mineras prefieren ser “cautelosas a la hora de duplicar su producción, en medio de este aumento de costes”.
“Para 2030, y debido a la transición verde, tal y como señalan desde Goldman Sachs, se estima que la demanda de cobre se disparará casi un 600 % (5,4 millones de toneladas)”. Está claro, matiza Laidler, que esta materia prima es “un barómetro mundial“.
