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El instalador Rubén Munguía, fundador de Climaelec
Rubén Munguía, en sus instalaciones de Climaelec.

Rubén Munguía y Climaelec: el arte de hacer de la necesidad virtud

Por Covadonga Del NeroResponsable de contenidos del área de Climatización y Confort
En abril de 2005, el instalador Rubén Munguía decidió, tras cinco años de experiencia laboral, fundar su propia empresa de instalaciones en Zaragoza. Lo que comenzó siendo "empezar de cero" se ha convertido en una compañía de una docena de trabajadores y muchas lecciones de vida.

Cuando todos los alumnos seguían la senda del ‘comodín’ del Bachillerato, un jovencísimo Rubén Munguía decidía dejar de lado lo establecido para empezar el curso de Formación Profesional en Instalaciones electrotécnicas. Fue el único de su clase que se ‘salió’ del camino marcado por el título universitario. Decidió escuchar a su gran pasión desde pequeño: el mundo de las instalaciones, de la tecnología. “Tenía muy claro que quería especializarme y adentrarme en el mundo laboral cuanto antes”, recuerda Munguía.

Tras realizar el primer año de conocimientos básicos, con apenas diecisiete años, decidió compaginar el segundo curso de FP con su primer trabajo en una empresa de instalaciones eléctricas en Zaragoza. Así, entró en el nuevo siglo, trabajando por cuenta ajena y durante cinco años, entre 2000 y 2005, fue aprendiendo la parte práctica del oficio de instalador. Con la llegada de abril de 2005, Munguía decidió empezar su andadura en solitario.

La instalación, una pasión sin precedentes en su hogar

Desde muy pequeño, Rubén Munguía se recuerda trasteando con las instalaciones de su propia casa, aunque ningún familiar cercano se dedicara a nada parecido. Sí creció conociendo la dinámica de la vida del autónomo, pues sus padres tenían un negocio de cinturería. Y aun conociendo la ‘esclavitud’ de trabajar por cuenta propia, Munguía se aventuró a ello con la creación de Climaelec. Quizá, precisamente por haberlo vivido en casa, su familia fue su gran pilar “psicológico” durante el inicio de su travesía.

Partes de la nada, del cero absoluto”. Así define el inicio y, tras contarlo en casa y recibir el apoyo de sus padres, fue en busca de ese otro gran apoyo necesario para abrir su propia empresa: el económico. Esas primeras gestiones, gracias al apoyo de un compañero, fueron algo más sencillas. “Fui al banco, les conté mi idea y pedí un crédito de 30.000 euros, lo necesario para comprar un vehículo y las herramientas básicas para funcionar”, indica el profesional. Y, una vez conseguidos, manos a la obra.

Instalación diseñada por la compañía de Rubén Munguía.

En ese momento, Munguía se sacó el carnet de instalador de instalaciones térmicas en edificios y el carnet de instalador de baja tensión. “Me preparé para la campaña de aire acondicionado, para poder instalar durante el verano” y, mientras tanto, fue visitando, puerta por puerta, las tiendas de electrodomésticos. “Voy a darme de alta como autónomo y tendré disponibilidad, a partir de abril, para montar equipos. Si necesitáis algún tipo de colaboración para el verano, no dudéis en contactarme”. Esa fue su carta de presentación. De una veintena de establecimientos que visitó, apenas confió en él uno de ellos. Entonces no lo sabía, pero sería suficiente.

Los primeros clientes

El establecimiento de electrodomésticos fue mandando a aquellos clientes interesados en instalaciones a Rubén Munguía, quien acababa de fundar Climaelec. Al poco tiempo, tuvo que contratar a otra persona porque “solo era imposible sacar el trabajo adelante”. Y el crecimiento fue exponencial en pocos meses. “No me faltaba el trabajo, montaba varios equipos de aire acondicionado diariamente; nos pegábamos buenas palizas de trabajo”, recuerda. Y llegó el boca a boca.

“Ya me llamaban directamente los clientes para que les realizara otros trabajos”, así se fue dando a conocer su empresa instaladora. “El 90 % de los clientes nuevos vienen referenciados por clientes que ya tenemos“, estima. En aquellos inicios, “daba servicio a todo lo que me pedían”, para hacerse un hueco en el mundo de la instalación. Con el tiempo, explica, “aprender a decidir en qué vas a destinar los recursos, qué servicios son los que te aportan y hacia dónde va tu estrategia como empresa“.

Las oficinas de Climaelec, en Zaragoza.

En este punto de inflexión, Rubén Munguía observó que quería dedicarse a las instalaciones con carta renovable y, para ello, necesitaba el apoyo de un ingeniero. Ahí es donde hizo de la necesidad virtud, una vez más.

De instalador a ingeniero

En el año 2011, ante la férrea necesidad de la figura de un ingeniero, Rubén Munguía, en lugar de buscar a un profesional que trabajara a su vera, decidió, entonces sí, emprender el camino universitario. “Me ha permitido progresar con la certeza de que lo que estaba estudiando me iba a aportar profesionalmente”, explica su decisión “algo extraña, pero que tiene mucho sentido”.

Entre 2011 y 2015, Munguía estudió para convertirse en ingeniero en energías renovables, en horario de tarde, sin dejar de lado Climaelec. Con el título universitario, decide especializar su compañía en soluciones energéticas que permitieran mejorar la eficiencia de las instalaciones. Así, creó un departamento de ingeniería en la empresa y empezó a ofrecer asesoramiento, realizar el dimensionado, realizar la propia instalación, la legalización y ofrecer un servicio post-venta. “Te da la posibilidad de tener el control total del proceso de la instalación, desde el inicio hasta el final, incluyendo el mantenimiento posterior”.

La formación constante, un valor indispensable

En la actualidad, Climaelec cuenta con una plantilla de doce trabajadores, donde sorprende la juventud del equipo. De hecho, Munguía es el “abuelo”, y no cumple ni medio siglo. De media, la plantilla tiene unos treinta años. No obstante, el emprendedor es consciente de la falta de mano de obra y de relevo generacional. “La falta de personal cualificado -esta es la palabra importante- es un problema generalizado en nuestro sector”, asegura Rubén Munguía. Lo achaca al “desprestigio, en ocasiones, de la FP; a veces, entendido como un fracaso del estudiante”.

La plantilla de Climaelec, en la actualidad.

España necesita potenciar, sí o sí, la Formación Profesional“, y lo dice con conocimiento de causa. Desde 2012, el instalador e ingeniero se dedica a la docencia, “por casualidad”. Como no podía ser de otra manera, se considera un fiel defensor de la formación constante, y predica con el ejemplo. Tanto es así que de esas aulas donde imparte sus clases han salido compañeros de trabajo. “La mayoría de la plantilla de Climaelec llegó a la empresa haciendo prácticas”.

Entre las instalaciones que realizan, más allá del boom de la fotovoltaica durante los últimos años, se encuentra la aerotermia, la geotermia y la hibridación de tecnologías. Todo ello se debe a que sus grandes clientes son empresas que tratan de ver reducida su factura energética y comunidades de propietarios con el mismo objetivo. Todo ello, a lo largo de la provincia de Aragón, donde tienen su ratio de actuación.

Uno de los proyectos de aerotermia y fotovoltaica, elaborado por Climaelec.

Soluciones que “ayudan a la vida de las personas”

Cuando uno escucha a hablar a Rubén Munguía, sabe que es de esas personas a las que les apasiona su trabajo y que siempre encuentran nuevos motivos por los que seguir desarrollándolo. Tanto es así que, para Munguía, las ventajas de ser instalador no se resumen al trabajo asegurado y a los buenos salarios, sino que van más allá. “Tus soluciones ayudan a la vida de las personas“, resume el profesional.

Para él, el de las instalaciones “es un mundo apasionante, con mucho futuro y lleno de novedades tecnológicas constantes”. Aunque, como no puede ser de otra manera, “el nivel de exigencia es alto y el aprendizaje ha de ser continuo, si no, te quedas atrás”. Como segunda gran ventaja, “el propósito de tus servicios es reducir o eliminar costes y ganar confort”.

“Es un mundo con todo por hacer, siempre tienes margen de mejora”, resume un instalador orgulloso de serlo, cuya empresa cumplirá veinte años en abril de este año en curso.

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