En una pequeña tienda de la calle Doctor Barraquer de Getafe, Alberto Martos puso los cimientos de Aclimar. Tras un par de mudanzas y aperturas en otras ciudades españolas, la compañía madrileña lleva más de treinta años instalando sistemas de climatización y fontanería, mayoritariamente, en un oficio que Martos conoció cargando sacos de arena y escombros en sus veranos de la infancia.
Cuando aún era un chaval, Alberto Martos acompañaba a su padre a trabajar en su pequeña empresa de reformas. “Unos días, subía sacos de escombros y otros, bajaba sacos de arena”, recuerda quien, más de treinta años después, dirige su particular conglomerado de empresas de instalación con más de doscientos trabajadores a su cargo. Pero para comprender el presente, hay que remontarse al pasado. Durante aquellos veranos junto a su progenitor, conoció el oficio y, cuando apenas tenía diecisiete años, su padre falleció.
Entonces, Martos comenzó a estudiar el curso de FP de delineación y, cuando rondaba la veintena, comenzó a trabajar por su cuenta. Se asoció a Asefosam y, por el día, trabajaba y, por la noche, se sacaba los carnets profesionales. Al profesional lo que de verdad le gustaba era la fontanería -“tocar tuercas y tornillos”- y, además, se le daba de maravilla. Alberto Martos dice que él no emprendió, sino que “me busqué la vida”. Y, con sus primeras ganancias, “le cogí el gusanillo”, sin llegar a terminar la formación. No se arrepiente porque, aunque sin cerrar aquel ciclo, nunca dejó de formarse.
La historia de Aclimar
En 1993, Alberto Martos abrió una pequeña tienda en la calle Doctor Barraquer de Getafe. Bajo el nombre de Aclimar, comenzó a montar calderas y realizar trabajos de fontanería. Era el momento de la gasificación del sur de Madrid y no faltaba el trabajo. Primero, dos y, al poco tiempo, cuatro empleados. En 1998, la empresa se trasladó a un local más grande en Getafe, en la calle Estudiantes, y pasó a denominarse Mantenimiento e Instalaciones Aclimar, nomenclatura que mantiene en la actualidad.

Desde entonces, “no hemos dejado de crecer”. En 2002, se pone en marcha Aclimar, Servicios Integrales, con el objetivo de dar servicio a particulares y, en 2007, nace Almacenes Sofimar, dedicado a materiales de instalaciones, en Ciempozuelos. En 2009, abren delegación en Toledo y, en 2013, se mudan, definitivamente, a Alcorcón, donde se encuentran los servicios centrales. En 2017, lanzan una nueva línea de negocio -domótica, electricidad y fotovoltaica- y, en 2019, constituyen la sociedad A360, como una compañía de gestión energética, servicios energéticos y mantenimiento en comunidades de propietarios.
La incesante formación de Alberto Martos
Alberto Martos, quien inició su andadura profesional muy joven, nunca dejó de formarse. Además de “sino todos, casi todos” los carnets profesionales que fue sacando, durante sus primeros años de emprendedor, Martos se apuntó a un máster sobre introducción y dirección de empresas con el objetivo de conocer el aspecto financiero de la empresa como conocía, entonces, el aspecto técnico. “Igual que me saqué formaciones técnicas, vi mi carencia en recursos humanos y financieros y decidí aprender de esas materias”, explica.
El profesional cursó aquel máster allá por el 2005 y, desde entonces, ha seguido aprendiendo “con cursos, publicaciones sobre la materia, preguntando a quienes saben…”. Y ahora, con una nueva herramienta: YouTube. “Yo soy muy youtuber y me gusta mucho seguir a expertos, ver tutoriales, empaparme rápido”.

De hecho, la formación es indispensable para Alberto Martos, que ve cómo en estas más de tres décadas en el sector “se ha ido simplificando la parte mecánica, los materiales a emplear, y se ha complicado más la parte tecnológica, de control y domótica“. En este sentido, cree que “son las propias marcas las que invierten mucho en la formación de los profesionales”. A fin de cuentas, Martos percibe que “el mercado va rápido y quien no se forme se irá quedando atrás”.
El sector HVAC supone el 60 % de la facturación
El 80 % del volumen de negocio de Aclimar es en instalaciones en el ámbito residencial, especialmente, viviendas, residencias de estudiantes, hoteles y, de forma más residual, hospitales y oficinas. En este sentido, realizan la instalación de fontanería, clima, ventilación, aerotermia, electricidad… De todo un poco. Aunque el grueso del negocio lo supone el sector HVAC, alcanzando el 60 % de la facturación de la compañía madrileña.

Asimismo, un alto porcentaje, en torno a un 25 %, se corresponde a la fontanería, un ámbito que, para Alberto Martos, “es una palanca de entrada bastante buena”. “Mientras muchas empresas reniegan de la fontanería porque se emplea mucha mano de obra y se factura con poco margen, nosotros nos desenvolvemos bien y nos gusta”, detalla.
Entrando en la tipología de producto, la inmensa mayoría de las instalaciones que realizan son sistemas centralizados. Especialmente en Madrid, donde apenas han trabajado en tres obras donde la caldera fuera la protagonista. El resto, aerotermia. “La caldera se ha quedado para la reposición, en obra nueva, instalamos equipos de aerotermia con ACS“. Esto en la capital, pero también operan en Toledo y Guadalajara, Sevilla y Málaga. Y en esta última, es habitual realizar instalaciones individuales con “termos aerotérmicos”.
Un oficio que “no pasa de moda”
Aunque en Aclimar llegaron a emplear a 342 trabajadores, ahora se encuentran en torno a los dos centenares de empleados, puesto que “esto nos permite ser más flexibles y, si necesitamos a más gente, subcontratamos”. Pero la mira de Alberto Martos se enfoca en la especialización de su plantilla. “Nos permite especializar a nuestros trabajadores y organizar equipos más pequeños y que trabajen mejor sus dos o tres líneas de negocio”.
En esa búsqueda de formar el equipo, Martos siente que la dificultad de encontrar profesionales va “por barrios y por épocas”. Para él, “es muy difícil quedarte sin trabajo en un sector como el nuestro, pues trabajamos en un oficio que no pasa de moda“. Y pone un ejemplo: “Hay profesionales que ven cómo ahora no se alicatan las cocinas y quizás sus trabajos penden de un hilo, pero nadie construirá viviendas sin agua ni climatización“, lo tiene claro.
Un oficio que no pasa de moda y que, además, no le tiene miedo a la inteligencia artificial porque, “se mire como se mire, apretar tuercas, instalar conductos y reparar sistemas de climatización es cosa de humanos“. No de robots.
