El consumo de calefacción en España crece un 22,2 % este invierno. Así lo pone de manifiesto el estudio que tadoº acaba de presentar a nivel europeo, donde solo Italia presenta un mayor consumo situándose el aumento, con respecto al periodo internal anterior, en un 22,4 %.
En el lado opuesto, y como los países que menos han visto increntado ese consumo en calefacción, se sitúan Luxemburgo, Dinamarca y Suecia, con unos porcentajes de 4,6 %, 5,3 % y 5,7 % respectivamente.
Tal y como aclaran fuentes de la compañía de gestión inteligente de clima, "un incremento muy significativo pese a que este invierno las temperaturas fueron un 0,6 % más altas que las del 2020 (según datos de energía de la Comisión Europea)".
Mayor consumo: ¿hacia más eficiencia?
"En el último año hemos asistido al auge del teletrabajo y de otros tantos servicios telemáticos como la educación o el comercio electrónico, lo que tiene un impacto significativo en los costes de calefacción y agua caliente", ha contextualizado Christian Deilmann, cofundador y CPO de la compañía.
Desde tadoº subrayan que "a pesar del ahorro económico y medioambiental que ha supuesto conducir menos, la factura energética de los hogares sí ha sufrido un aumento debido al uso de la calefacción".
En Europa, la calefacción y la refrigeración de los edificios y la industria representan la mitad del consumo energético, lo que lo convierte en el mayor sector de uso final de la energía, por delante del transporte y la electricidad.
"Por su parte - añaden fuentes de la empresa -, la calefacción y el agua caliente representan aproximadamente tres cuartas partes del consumo energético de un hogar; y dos tercios de la energía utilizada para la calefacción, la refrigeración y el agua caliente de los edificios residenciales siguen procediendo de los combustibles fósiles".
"La buena noticia es que existen tecnologías que mejoran la eficiencia energética de los hogares. Esto ahorra dinero a la gente y mantiene el confort en los hogares", ha señalado Dielmann.
Cómo ahorrar en calefacción
- Bajar un grado el termostato puede suponer un ahorro de unos 60 euros al año en una vivienda familiar media, pero el ahorro no tiene por qué producirse a costa del confort. Utilizar la calefacción y el agua caliente sólo cuando se necesitan puede ahorrar mucho más.
- El cambio a un termostato inteligente puede garantizar que sólo se calienten los hogares y las habitaciones ocupadas, mientras que se consigue un ahorro adicional mediante la adaptación al clima, la detección de ventanas abiertas u otras muchas funciones. De hecho, diversos estudios demuestran que se pueden llegar a reducir las facturas hasta en un 31% sin que el propietario o inquilino renuncie a un ápice de confort.
Cabe mencionar que el estudio de tadoº se ha realizado sobre una muestra de 300.000 horas europeos.