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Fontanería: la historia del oficio en un museo de Castilla-La Mancha

Ramón Muñoz es un fontanero jubilado que durante sus 51 años de profesión ha ido construyendo este espacio, ubicado en Miguelturra (Ciudad Real), en el que más de 500 piezas narran la historia de la profesión durante el siglo XX.

Una acometida de plomo, una válvula sifónica que servía para todo e incluso sifones de bañera son algunas de las piezas expuestas en el museo que ha creado Ramón Muñoz, un fontanero jubilado, en el municipio de Miguelturra (Ciudad Real).

Este medio ha podido hablar con Muñoz, quien se declara un “apasionado de la profesión” a la que, después de llevar dos años jubilado, sigue dando vida a través de este proyecto personal: “Este oficio me gustó desde el primer momento. Empecé a los 14 años, ya que mi padre conocía a un maestro fontanero (que era el nombre con el que se conocían por entonces)”, confiesa.

“Desde ese momento – sigue contando – me quedé en la profesión. De hecho, a los 21 años me hice autónomo y creé mi propio empresa de fontanería, que daba servicio en toda la provincia de Ciudad Real”.

Más de 500 piezas

Son 51 años de trabajo durante los que Ramón Muñoz ha ido guardando herramientas y utensilios de todo tipo: viejas cisternas de hierro fundido, válvulas antiguas, llaves de paso, grifos… Un total de 500 piezas que hoy cuentan la historia de la fontanería durante el siglo XX: “Ahora hay de todo para todo”, explica Muñoz al área de Climatización y Confort de ‘C de Comunicación’.

“Sin embargo, antes una válvula servía para todo”, nos aclara mientras nos describe una de las piezas que más le gustan de su museo: “una válvula de una pieza que tiene dos sentidos, uno para llenar la bañera y el otro, porque también hacía de rebosadero”.

“Por entonces, por ejemplo, los desagües de los fregaderos teníamos que hacerlos poníendoles un sifón a base de trozos. La fontanería de antes era más laboriosa, pero creo que también más entretenida”, subraya el fontanero castellano-manchego. 

El museo: más datos

Este espacio, bautizado con el nombre de “Casa de la Rinconá”, está integrado por tres salas: una cámara con cielo raso con cañas y maderas, otras de bovedillas y una tercera con vigas de madera. 

Además de los equipos expuestos, Muñoz ha dado un gran protagonismo a los grafismos: “En la sala de cielo raso hay dibujos hechos a lápiz de símbolos de grifería que antiguamente tenían letras góticas con mucho colorido”, detalla.

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Imagen de una de las zonas del museo con dibujos realizados a lápiz.

“Estos símbolos decorativos, dibujados dentro de círculos en las paredes del museo, servían para identificar el agua fría a la derecha y caliente a la izquierda”, ilustra el profesional. También se pueden ver distintivos de marcas como Roca, Buades y Yes, así como dibujos geométricos de las rejillas de sifones propios de duchas y patios.

“Desconozco si hay más museos como este”, reconoce Ramón Muñoz, “pero si los hay, los podemos contar con los dedos de la mano. Para mí, este es mi refugio y mi deseo es mantenerlo hasta el final de mis días”.

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