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Un proveedor no es el siervo del cliente

Por Agustín Torres

En muchas ocasiones, cuando pensamos en un proveedor, lo vemos como alguien que debe cumplir nuestras necesidades, como si fuera un ‘siervo‘ que está siempre a nuestra disposición. Esta mentalidad, aunque no siempre es explícita, puede traducirse en consecuencias muy negativas para tanto el cliente como para el proveedor, afectando no solo a la relación de trabajo, sino también a la calidad del servicio y a la sostenibilidad a largo plazo de ambos.

Por esta razón, en este artículo vamos a reflexionar sobre cómo esta visión puede desembocar en una relación desequilibrada, y a la larga, contraproducente. Pero, vamos punto por punto:

1) Una relación unidireccional: el cliente siempre tiene la última palabra

Cuando un cliente se acostumbra a tratar a un proveedor como un ‘siervo’, el trato tiende a ser unidireccional. El cliente decide, impone condiciones y exige sin tener en cuenta las necesidades o limitaciones del proveedor. Por lo general, este tipo de relación genera una dinámica donde el proveedor se siente subestimado, su trabajo se devalúa, y en lugar de colaborar, se limita a cumplir órdenes sin poder aportar ideas para mejorar el proceso.

En este tipo de situaciones, el proveedor puede perder la motivación por ofrecer lo mejor de sí mismo. Y es que, si se siente constantemente explotado y no ve reconocido su esfuerzo, su creatividad y compromiso pueden verse mermados. De este modo, en lugar de aprovechar su talento y experiencia, el cliente está limitando la capacidad del proveedor para ofrecer soluciones innovadoras o de alta calidad.

2) Desprecio por los servicios ofrecidos

Uno de los mayores errores que cometen algunos clientes es menospreciar los servicios que les ofrecen. Los perciben como algo que debe hacerse si o sí, sin valorar lo suficiente el trabajo que hay detrás de cada tarea. Una situación que deriva en la solicitud de rebajas continuas en los precios o en la exigencia de plazos imposibles de cumplir sin tener en cuenta las circunstancias.

El menosprecio hacia los servicios, además de resultar injusto, genera un ambiente tóxico en la relación laboral. Los proveedores, al sentir que su trabajo no es apreciado, corren el riesgo de desmotivarse, lo que inevitablemente impacta en la calidad del servicio que ofrecen. En los casos más extremos, el cliente no recibirá aquello que espera o incluso tendrá que buscar a otro proveedor debido a que no se logra mantener una relación laboral sana y equilibrada.

3) La importancia de una colaboración mutua

La verdadera clave de una relación comercial exitosa radica en entender que tanto el cliente como el proveedor deben trabajar juntos y en equipo para lograr el mejor resultado posible. La colaboración mutua implica reconocer que ambas partes tienen intereses comunes, pero también limitaciones y necesidades propias que deben ser respetadas.

Cuando el cliente adopta una actitud más respetuosa y colaborativa y se toma el tiempo para comprender las condiciones de trabajo del proveedor, se pueden crear condiciones de confianza y flexibilidad. Por ejemplo, si el proveedor enfrenta un problema técnico o logístico, y el cliente tiene la disposición de escuchar y entender, es mucho más probable que se logren soluciones satisfactorias para ambas partes.

Además, las excepciones pueden ser beneficiosas para la relación en ciertas circunstancias. Si un proveedor sabe que su cliente valora su trabajo y que está dispuesto a colaborar para superar obstáculos, estará mucho más motivado para hacer un esfuerzo extra, lo que mejora la calidad del servicio y fortalece la relación.

4) El riesgo de la rotación constante de proveedores

Tratar a los proveedores como ‘siervos’ también aumenta el riesgo de una alta rotación. Al no establecer una relación sólida y respetuosa, éstos pueden optar por dejar de trabajar con ese cliente, ya sea porque no se sienten valorados o porque sus condiciones laborales son insostenibles. Esto puede llevar a un círculo vicioso en el que el cliente tiene que buscar constantemente nuevos proveedores, lo que genera costes adicionales y, lo que es peor, una falta de continuidad en los servicios.

Cada vez que un proveedor cambia, el cliente tiene que empezar de nuevo, aprender cómo funciona y ajustarse a sus procesos. Esto no solo es ineficiente, sino que también puede afectar negativamente a la calidad del producto o servicio que se recibe. En cambio, si se cultiva una relación duradera y basada en el respeto mutuo, el proveedor puede entender mejor las necesidades del cliente, optimizar sus procesos y ofrecer soluciones más personalizadas.

5) La armonía como base de la relación laboral

Una buena relación laboral entre cliente y proveedor no debe ser vista como una lucha de poder, sino como una asociación en la que ambos tienen algo que aportar. La clave está en la comunicación abierta, el respeto por el trabajo del otro y la disposición para hacer ajustes en beneficio mutuo. Un cliente que entiende que la relación debe ser equilibrada tiene mayores probabilidades de recibir un servicio de alta calidad.

Crear un ambiente de armonía laboral también implica reconocer los esfuerzos del proveedor y estar dispuesto a hacer excepciones cuando sea necesario. A veces, en lugar de exigir que todo se haga exactamente como lo queremos, es importante asumir que el proveedor también tiene limitaciones y que, juntos, podemos encontrar soluciones que beneficien a ambos.

En definitiva, tratar al proveedor como un ‘siervo’ puede parecer, a corto plazo, una forma de obtener lo que se quiere de manera rápida y sin muchas complicaciones. Sin embargo, esta actitud no solo deteriora la relación, sino que también afecta la calidad del servicio recibido.

La clave para una relación exitosa y productiva radica en ver a los proveedores como socios en un esfuerzo común, donde el respeto mutuo, la colaboración y la disposición a hacer excepciones se conviertan en los pilares par construir una relación laboral exitosa y duradera.

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Emilio
Emilio
19/11/2024 13:26

No puedo estar más de acuerdo Agustín.
Ninguna relación es idílica, porque los problemas y la disparidad de intereses aparecen, pero en el largo plazo las relaciones de colaboración son más exitosas y eficientes que las basadas en la permanente competencia.
Ver al proveedor con la única mirada de “apretarle” es cortoplacista y tiene el recorrido que tiene.
Bien es cierto que para que exista una colaboración deben tener la voluntad las dos partes y darse los contextos para ello.
Gran post.

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