El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, como cada año, ha presentado aquellas palabras que la ciudadanía emplea de manera regular -utilizada esta palabra como sinónimo de habitual y no de mediocre- en sus conversaciones. Así, entra un extenso listado de palabrejas que se recogen para que, en años venideros, la duda de su empleo se pueda resolver en la enciclopedia de nuestro léxico. En estos términos, mientras palabras como espóiler o teletrabajar entran por su propio peso y uso -casi diario-, aerotermia se cuela en el diccionario, a pesar de no hacerlo en los hogares. O no tanto como le gustaría al sector.
Mientras las factorías europeas de los grandes fabricantes de bombas de calor ven cómo la demanda de equipos y, por ende, sus plantillas, se contraen ante un año peor de lo esperado, tras haber tenido como referencia el ‘pico’ en sus cuentas de resultados de los años 2021 y 2022, la RAE considera que este es el año para incluir su definición en sus páginas. Quién sabe, quizá esta incorporación pueda ser un impulso más para que la ciudadanía destaque esta “tecnología que permite aprovechar la energía contenida en la atmósfera para proporcionar calefacción, refrigeración o agua caliente” y empiece a colocarla en sus viviendas. O, por lo menos, baraje su instalación.
Reflote en 2025
Según datos de la EHPA, el descenso en el año 2023 -habrá que esperar unos meses para conocer las cifras de 2024- habría sido de en torno al 5 %, el cual no supone un inmenso retroceso, solo si se compara con los extraordinarios ejercicios previos. Sí es cierto que, en los últimos quince años, es la primera vez que se produce una caída en las ventas de la bomba de calor. Por el momento, tampoco parece que el presente 2024 termine con cifras positivas para los fabricantes, que siguen intentando dar con la tecla para que la aerotermia obtenga un lugar preferente en los hogares.
A través de su último informe, el Reform Institute trataba de arrojar algo de luz para invertir la tendencia en una decena de países del viejo continente. La entidad aconseja la mejora de las políticas sobre bombas de calor, ya que según el informe, se concluye que ninguno de los principales mercados europeos de calefacción está haciendo lo suficiente para atajar la caída masiva de las ventas, con un descenso del 47 % en el primer semestre de 2024.
A modo de conclusión, el análisis culmina con una serie de “errores políticos” por los que la aerotermia no consigue colarse en los hogares. Llama profundamente la atención que, de ese listado con siete motivos, hasta cuatro de esos errores respondan a la falta de ayudas públicas para su instalación. Largos retrasos en el pago de las subvenciones a los hogares, falta de préstamos para pagar los costes no cubiertos por las subvenciones, las subvenciones no vinculadas a los ingresos del hogar -lo que significa que no se llega a los hogares con bajos ingresos- o complicados procesos de solicitud de subvenciones son los fallos que achacan a las administraciones europeas.
Se desprende, de este y otros tantos informes o foros de debate donde se analiza el mercado de bombas de calor, la necesidad de que esa tinta ahora plasmada en el papel del diccionario se traslade a los pertinentes boletines oficiales para ofrecer ayudas públicas y subvenciones, con el fin de que lo que ya es una realidad en las páginas del glosario de la RAE lo sea también en los hogares españoles. Imagino que este será uno de los deseos de los fabricantes de equipos de aerotermia para el nuevo año que está a punto de comenzar.