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Refrigerantes, mercado negro y una salida de la crisis

Por Félix Sanz

El sector del frío impacta en más del 50 % del PIB en España a través de sectores tractores de la economía como son el horeca, el alimentario, las telecomunicaciones, la sanidad, etc. que necesitan de la refrigeración y de la climatización para funcionar.

En el amplio alcance de esta industria hacia otros sectores económicos radica la importancia de realizar una migración hacia sistemas frigoríficos modernos con refrigerantes de bajas o nulas emisiones y alta capacidad de enfriamiento, que deriva en ahorros energéticos de hasta el 30 %.

Refrigerantes: dos grandes familias

La disponibilidad de refrigerantes respetuosos con el medioambiente y aptos para ser usados en diferentes instalaciones en función de las necesidades es, hoy, una realidad.

La industria del frío dispone de dos grandes familias de fluidos capaces de responder con solvencia a los objetivos climáticos de los clientes usuarios de frío: naturales y los HFO.

Afortunadamente, los profesionales de la refrigeración son capaces de trabajar con cualquier refrigerante con garantías de seguridad, eficiencia energética y respeto del medioambiente.

Si hace 25 años era habitual liberar refrigerantes HFC a la atmósfera, ahora todos vemos esa práctica como algo lejano y nefasto que nunca debía haberse realizado.

Refrigerantes naturales

Una tendencia que ha llegado para quedarse es la de los refrigerantes naturales. Aquí también las soluciones son variadas y aptas para diferentes tipos de instalaciones.

De este modo, el CO2 se impone en la refrigeración comercial centralizada; el propano es utilizado en sistemas de baja carga en instalaciones condensadas con lazo de agua; el NH3 (amoniaco) en las instalaciones que necesitan grandes potencias frigoríficas y en los sistemas indirectos; y, por último, el aire también se plantea como alternativa a muy bajas temperaturas.

Por supuesto, el agua, que siempre se ha utilizado como medio de refrigeración, es otro refrigerante natural que continúa utilizándose en ciclos de compresión especiales, así como en los sistemas de condensación bien en torres de recuperación de agua, en condensadores evaporativos o en los adiabáticos o híbridos.

La 4ª generación de los gases fluorados

Durante las pasadas décadas, el R410A dominó el mercado del acondicionamiento del aire doméstico al responder a las exigencias del Protocolo de Montreal, cuyo objetivo era eliminar el uso de los gases refrigerantes que agotan la capa de ozono.

Sin embargo, su alto Potencial de Calentamiento Atmosférico (PCA) hizo que el Reglamento F-Gas pusiera fecha a su salida del mercado para dar paso a nuevos equipos en el año 2025.

Este hecho, ha obligado a reaccionar a la industria química creando la denominada 4ª generación de gases fluorados.

Normativas adaptadas

Para permitir su utilización se han tenido que adaptar las normativas de seguridad con la creación de una nueva clase de seguridad dentro del grupo 2 diferenciando entre fluidos de baja inflamabilidad (clase 2L) y fluidos de media inflamabilidad (clase 2).

En concreto, en nuestro país, se ha tenido que adaptar el Reglamento de Seguridad para Instalaciones Frigoríficas (RSIF) para permitir su utilización.

El cambio para sustituir los HFC es un hecho y, en la actualidad, en el mercado existe una amplia gama de alternativas HFO (hidrofluoroolefinas), compuestos formados por átomos de hidrógeno, flúor y carbono, que ofrecen un potencial de agotamiento de ozono igual a cero y bajo potencial de calentamiento global.

HFO: más sobre ellos

Los HFO son, actualmente, las soluciones de menor impacto ambiental de los gases fluorados utilizados en sistemas de acondicionamiento de aire de vehículos y en enfriadoras.

Estas sustancias puras se pueden mezclar con otros HFC u otros gases para disponer de soluciones no inflamables (A1) menos agresivas con el medioambiente.

La gran ventaja de los refrigerantes A2L es la facilidad de manejo, y su inconveniente es la duda que genera a largo plazo en su interacción con el medioambiente.

El coste del refrigerante, aunque también es un factor importante, tiene una influencia inferior cuando se compara con otras alternativas.

Mercado negro: un gran escollo

Si echamos la vista atrás, con la eliminación gradual del uso de gases refrigerantes de alto Potencial de Calentamiento Atmosférico que comenzó en el año 2015 y que culminará en 2030, podemos decir que la industria ha hecho sus deberes y ha sacado buena nota.

El principal escollo que están encontrando los esfuerzos de toda la cadena de valor – fabricantes de equipos, de fluidos, distribuidores, instaladores y usuarios –  es la intensa actividad del mercado negro de HFC que, según el European Fluorocarbons Technical Committee (EFCTC), en el año 2018 aportó a la atmosfera hasta 34 millones de toneladas equivalentes de CO2.

Una cifra que nos da una idea del daño que este supone para la industria legal, además de que el perjuicio al medioambiente es enorme.

La sostenibilidad, ¿una salida  a la crisis?

En Aefyt trabajamos bajo la idea de que el desarrollo sostenible no solo es necesario, sino que es una gran oportunidad para la industria del frío.

 De hecho, siempre insistimos en que cuando se realice un análisis económico en refrigeración se considere siempre el ciclo de vida de los equipos e instalaciones.

Además, nuestras empresas lideran el cambio cultural y tecnológico que, sin embargo, se encuentra también expectante ante la deriva que pueda tomar la crisis económica derivada de la crisis sanitaria de la COVID-19.

Por ello, la transición ecológica debería estar apoyada por iniciativas financieras que ayuden a nuestros clientes finales a realizar el cambio.

Ese es el objetivo del proyecto ‘Refrigenia 4.0’. Se trata de la Manifestación de Interés que desde nuestra entidad hemos presentado, junto con otras organizaciones y en el marco de los fondos de recuperación, que quiere contribuir a la modernización de cinco subsectores de la industria agropecuaria (lácteo, cárnico, perecederos, vino y aceite).

Una modernización que, sin duda, pasa, por una doble transición: la digital y la medioambiental.

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