En la Unión Europea, el sector de la edificación es responsable del 40 % del consumo energético y el 36 % de las emisiones de CO2. La Organización Mundial de la Salud estima que las personas, principalmente quienes habitan en las grandes ciudades, permanecen entre el 80 % y el 90 % de su tiempo en el interior de los edificios.
De hecho, más de la mitad del aire que respiramos en nuestra vida lo inhalamos en nuestros hogares. Por ello, es fundamental abrir el debate sobre cómo la arquitectura afecta a nuestra salud y bienestar para reducir el impacto contaminante que puede tener sobre nosotros, y convertirla en una aliada en el desarrollo óptimo de nuestras funciones orgánicas.
Nuestras necesidades básicas
Según Abraham Maslow y su pirámide de las necesidades humanas, la fisiología está en la base de las necesidades primordiales del ser humano. Entre las necesidades fisiológicas más importantes están respirar, dormir, la alimentación y el equilibrio interno.
El entorno en que desarrollamos estas actividades es fundamental y, en la mayoría de los casos, lo hacemos en ecosistemas construidos artificialmente que no tienen en cuenta las necesidades de las personas, y no solo no nos favorecen, sino que son incluso perjudiciales para nuestro organismo.
En el informe “Salud, espacios, personas”, recientemente publicado por Green Building Council España (GBCe) y H.A.U.S. Espacios que respiran, hemos querido abordar cómo los edificios facilitan o comprometen la salud y el bienestar de las personas.
La calidad del aire
Según la OMS, cerca del 80 % de las ciudades del mundo superan los límites de calidad del aire. 9 de cada 10 personas respiran un aire insalubre. Estos datos son especialmente alarmantes si tenemos en cuenta que el aire que respiramos es clave en la regulación del metabolismo celular.
La mala calidad del aire se debe a la concentración de habitantes en las ciudades, el aumento del consumo energético per cápita, la generación de energía con combustibles contaminantes, la incorporación de materiales de construcción y productos sintéticos y la combinación de contaminantes atmosféricos del aire exterior.
Para mejorar la calidad del aire que respiramos es fundamental que reduzcamos las emisiones de gases contaminantes en los edificios que construimos a partir de sistemas de ventilación y el uso de materiales y sistemas sostenibles.
Descanso adecuado
¿Sabías que entre un 20 y un 48 % de la población adulta presenta, en algún momento de su vida, dificultades para conciliar el sueño?
Pasamos un tercio de nuestra vida durmiendo y los factores ambientales del espacio que nos rodea son fundamentales para la calidad del sueño.
Factores como la temperatura, la iluminación y el ruido afectan a la duración y la estructura de nuestro sueño. Los edificios deben proporcionar las condiciones adecuadas para que podamos descansar adecuadamente.
Para dormir, las personas necesitamos un ambiente de oscuridad. La iluminación de las calles durante la noche puede afectar a la calidad de nuestro sueño. Por ello, es importante no sobreiluminar exteriormente los espacios urbanos y hacerlo en aquellos espacios donde la luz es realmente necesaria.
Los profesionales de la construcción deberán tener en cuenta la orientación de las fachadas y el diseño de las ventanas con el fin de garantizar las condiciones lumínicas que mejor se adecúen a nuestras necesidades de descanso.
No hay un consenso sobre cuál es la temperatura óptima para dormir. Sin embargo, diferentes expertos coinciden en que necesitamos hacerlo en temperaturas ligeramente más bajas de las recomendables durante el día, entre 16 y 22 ºC y siempre por debajo de 24 ºC.
El ruido también incide en la calidad de nuestro sueño y es importante proteger nuestras zonas de descanso, tanto del ruido que proviene del exterior del edificio como el que proviene de zonas interiores.
“Para la protección del sueño frente al ruido se considera que un intervalo nocturno de ruido limitado de 8 horas protege a alrededor del 50 % de la población y se necesitaría un periodo de 10 horas para proteger al 80 %”.
La construcción de dobles fachadas, el uso de la vegetación o situar los dormitorios hacia patios interiores son algunas soluciones que pueden protegernos de la contaminación acústica exterior y mejorar la calidad de nuestro sueño.
La importancia de la alimentación
En España, el 33,8 % de los niños y adolescentes de 5 a 19 años tienen sobrepeso. Una buena nutrición no solo precisa de hábitos de alimentación apropiados, sino también unas condiciones adecuadas que garanticen la conservación de los alimentos y evite su exposición a sustancias tóxicas que puedan dañar al organismo.
Algunos alimentos, al cocinarlos, pueden liberar gases, partículas u olores que contaminen el espacio interior. Por ello, es importante que las cocinas dispongan de ventilación adecuada, que permita mantener la calidad del aire y no sobreexponer a las personas a sustancias tóxicas que puedan dañar su salud.
Como sabemos, los alimentos y bebidas requieren de diferentes condiciones de temperatura y humedad para mantenerse en buenas condiciones. Por eso, se recomienda que las cocinas cuenten con despensas que permitan su conservación.
Las condiciones en las que nos alimentamos también inciden en nuestra salud. Las estancias destinadas a comer deben poner el foco en la ergonomía (espacio, dimensiones, mobiliario, equipamiento) y la estimulación sensorial (luz, vistas, ruido, temperatura y olor).
Más actividad física
La actividad física aumenta los niveles de serotonina en nuestro organismo, mejora la capacidad cardiorrespiratoria, muscular y nuestro estado psicológico.
Sin embargo, más del 80% de la población adolescente del mundo tiene una actividad física insuficiente, lo que se ha convertido en el foco principal de la salud pública.
Todos los espacios en los que nos movemos condicionan nuestra actividad física. Los edificios no solo deben garantizar las condiciones de seguridad y movilidad, sino que también deben promover la movilidad a través de las decisiones de diseño.
Para ello, pueden disponer de espacios reservados al deporte o de zonas al aire libre que permitan la circulación de las personas dentro del edificio.
Más allá del diseño del edificio, el contexto general en el que se encuentra también juega un papel importante en el fomento de la actividad física. Algunos estudios sugieren que cuidar el diseño a escala urbana ayuda a atraer a peatones y ciclistas e incide en una mayor movilidad activa.
Por otro lado, estar cerca de restaurantes, mercados, residencias, centros cívicos, farmacias y otros lugares también incide en una mayor actividad física, así como el diseño de infraestructuras seguras para ciclistas y una red eficiente de transporte público.
Y a ti, ¿cómo te ayudan los espacios en los que te mueves a mantenerte saludable?
Si te has quedado con ganas de saber más sobre cómo los espacios inciden en nuestra salud, puedes descargar el informe completo aquí.