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Cuando las calderas de gas de tu vecino veas peligrar…

Por Javier EspadaDirector del área de Climatización y Confort

El vasto refranero español nunca pasa de moda. Estas frases populares, que se repiten de manera recurrente en el habla cotidiana, buscan transmitir una enseñanza, o simplemente alertar sobre las posibles consecuencias de una determinada situación. Es el caso del manido refrán que dice que “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pongas las tuyas a remojar”, y que se ha puesto de actualidad recientemente en el sector de la calefacción.

Hace tan solo unas semanas, este medio se hacía eco del plan del ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck, que busca eliminar de manera progresiva las calderas de gas en viviendas nuevas a partir de 2024.

El objetivo es que los nuevos sistemas de calefacción que se instalen en obra nueva utilicen al menos un 65 % de energías renovables. Una exigencia que supondría la renovación de las instalaciones térmicas de aproximadamente unos 30 millones de hogares, según fuentes consultadas por este medio.

El cerco se ha estrechado aún más con la reciente aprobación por parte del Parlamento Europeo de la modificación de la Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios, en la que se contempla la eliminación de la calefacción de combustibles fósiles en 2035, y si no es viable, en 2040. 

Este documento establece que los Estados miembros “estarán obligados a indicar en sus planes de renovación de edificios las políticas y medidas nacionales para eliminar gradualmente los combustibles fósiles en la calefacción y en la refrigeración”. Además, no podrán ofrecer subvenciones a sus ciudadanos para la instalación de este tipo de calderas. 

Pese a la reciente aprobación, aún quedan flecos por cerrar y no se espera su implementación hasta el año 2025. Será solo a partir de esa fecha cuando se pueda realizar la transposición a los Estados miembros.

¿Las calderas de gas, sentenciadas por Europa?

Estas dos noticias suponen la constatación de la aceleración de los planes para la eliminación progresiva de este tipo de sistemas de calefacción en el futuro (al menos en nuevas edificaciones) y generan una gran incertidumbre de cara a los próximos años en el sector de la calefacción. 

La transposición de la directiva europea a los ordenamientos jurídicos de los Estados miembros supondría arrinconar progresivamente a las calderas de gas, dejando vía libre a las bombas de calor y los sistemas de aerotermia en los nuevos edificios y en reforma.

No obstante, una de las enmiendas aprobadas en la revisión de la directiva deja una puerta abierta a la instalación de calderas en obra nueva, siempre y cuando “estén certificadas para funcionar” con energías renovables como biocombustibles o hidrógeno.

Pero, ¿hasta qué punto estas propuestas son lo suficientemente realistas teniendo en cuenta que la comercialización de las calderas de hidrógeno está aún lejos de hacerse realidad y que los sistemas de aerotermia todavía acusan muchas carencias para convertirse en una solución ideal para la reforma y rehabilitación de vivienda unifamiliar y vertical? 

Según las previsiones del Gobierno, España necesita rehabilitar 500.000 viviendas antes de 2026.

El papel de las administraciones públicas en esta tarea no es menos importante, pues deberán ‘ponerse las pilas’ con la gestión de los fondos europeos.

Los proveedores y la evolución de los nuevos sistemas

La velocidad de este proceso de descarbonización implica de manera necesaria una respuesta conjunta del sector. En este sentido, los proveedores deberán seguir multiplicando su capacidad productiva de sistemas de aerotermia y bombas de calor, los distribuidores tendrán que redoblar sus esfuerzos en la prescripción y la formación de sus clientes, y los instaladores tendrán que familiarizarse con las nuevas tecnologías. 

El papel de las administraciones públicas en esta tarea no es menos importante, pues deberán ‘ponerse las pilas’ con la gestión de los fondos europeos para facilitar el acceso a la instalación de este tipo de sistemas. 

La capacidad de los proveedores de adaptarse con agilidad a las demandas de los clientes y a los objetivos europeos resultará fundamental en esta ecuación.

Para lograrlo, deberán trabajar con el fin de ofrecer equipos de aerotermia con menores dimensiones que faciliten su ubicación en reposición y cuyos precios sean más asumibles por los usuarios finales. Además, tendrán que seguir intensificando sus inversiones en plantas de producción para poder absorber la elevada demanda actual, que se seguirá multiplicando en los últimos años si se cumplen los planes europeos. 

En este contexto, las estrategias de algunos proveedores y distribuidores que se empeñan en seguir apostando por las calderas de gas se antojan como una huida hacia adelante que los llevarán a callejones sin salida en un mercado cada vez más orientado a la descarbonización.

La capacidad de los proveedores de adaptarse con agilidad a las demandas de los clientes y a los objetivos europeos resultará fundamental en esta ecuación.

Un reto mayúsculo

El sector debe enfrentar, por tanto, un reto mayúsculo en los próximos años para consolidar los sistemas que pueden actuar como alternativas para unas calderas de gas que parecen tener los días contados.

Pese a las dudas que siguen ofreciendo a día de hoy en algunos entornos, la bomba de calor, la aerotermia y los gases renovables como el hidrógeno o el biometano parecen ser las soluciones dictadas por Europa para hacer posible un proceso de descarbonización que exigirá grandes esfuerzos en todos los eslabones de la cadena de valor.

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