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Iberdrola y el respeto a las reglas del juego

Por Javier EspadaDirector del área de Climatización y Confort

El mensaje lanzado por Iberdrola en una de las cuñas de su campaña publicitaria para promocionar la instalación de sistemas de aerotermia que ha aparecido durante los últimos días en los espacios de prime time de las grandes cadenas de televisión y emisoras de radio de nuestro país no es un error, ni tampoco una imprecisión.

La introducción de la frase en la que se afirma que “el Consejo Europeo obligará a España a la eliminación gradual de las calderas de gas” responde a un movimiento intencionado dentro de la estrategia de la compañía de apostar por la electrificación como única vía para la descarbonización que ha terminado llevándose por delante incluso la verdad.

Tras escuchar los argumentos de Iberdrola (que de momento ha evitado confirmar si el anuncio ha sido retirado de los espacios de prime time), solo puedo reafirmarme en la opinión de que la afirmación empleada por la compañía es incierta y puede provocar alarmismo y confusión entre los usuarios finales hacia los que va dirigido el mensaje.

Lo que se conoce sobre la EPBD

Y para explicarlo, me apoyaré en dos argumentos. El primero es el estado de tramitación de la nueva Directiva de Eficiencia Energética de los Edificios (EPBD), que todavía no está aprobada. Lo que existe, al menos hasta el momento, es un acuerdo de la Comisión de Industria, Investigación y Energía (ITRE) sobre una propuesta de borrador, que deberá someterse a votación en el Parlamento y ser ratificado posteriormente por el Consejo.

El segundo es la naturaleza del propio texto acordado, que plantea una serie de acciones orientadas a la eliminación del uso de combustibles fósiles en sistemas de calefacción, pero no hace referencia a la desaparición de las calderas como tecnología, que podrán seguir funcionando con gases renovables como el hidrógeno o el biometano.

Según Iberdrola, el texto plantea la eliminación gradual de incentivos para calderas fósiles en 2025, y del uso de combustibles fósiles para calefacción y refrigeración en el sector residencial en 2040, además de instar a los Estados miembros a realizar un esfuerzo para reemplazar calderas fósiles en los edificios, de lo que no puede deducirse la eliminación de la tecnología.

Y es que, conviene recordar que el carácter renovable de los sistemas de calefacción no depende de la tecnología, sino del combustible utilizado, y a día de hoy las calderas son compatibles con el uso de gases renovables sin requerir ningún tipo de adecuación.

El ‘mutismo aparente’ del sector

Quizá uno de los aspectos más llamativos en el episodio de la campaña de Iberdrola sea el “mutismo aparente” de algunos actores del sector, que han optado por mantener un perfil bajo y han evitado emitir declaraciones públicas al respecto.

Solo Sedigas (Asociación Española del Gas) ha levantado públicamente la voz en defensa del sector para poner los puntos sobre las íes y recordar que ni la Directiva de Eficiencia Energética publicada en septiembre de 2023 ni la propuesta sobre la Directiva de Eficiencia Energética de Edificios determinan de manera taxativa la prohibición de las calderas de gas ni su obligatoria sustitución por bombas de calor o sistemas alternativos.

El sector, que actuó de manera coordinada para salir al paso y desmentir las informaciones falsas publicadas en los medios de comunicación generalistas en el mes de septiembre tras la publicación de la Directiva de Eficiencia Energética en el Diario Oficial de la Unión Europea, debería adoptar la misma postura para defender el ‘mantra‘ que ha venido reproduciendo durante los últimos meses: la electrificación no es la única vía posible para avanzar hacia la descarbonización.

En el camino hacia la transición energética, todas las tecnologías sostenibles son necesarias y deben tener su espacio y su oportunidad, siempre y cuando puedan adaptarse a las necesidades que demanda el mercado.

Aunque las directrices de futuro están muy claras y la electrificación jugará un papel determinante, es importante respetar los tiempos de la lógica e implementar una transición coherente y delicada sin descartar ninguna tecnología, y sobre todo, respetando las reglas de juego.

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