Decía Pablo Motos en una de sus intervenciones más acertadas en ‘El Hormiguero’ que no hay nada más inteligente que saber marcharse a tiempo. Y no le faltaba razón al polémico presentador. Asumir que todas las etapas tienen un principio y un final en los diferentes ámbitos de la vida (relaciones de pareja, amistad o trabajo) y encontrar la valentía suficiente para echarse a un lado en el momento indicado es, en la mayoría de los casos, una gran victoria.
Pero si todos estamos de acuerdo en esto, ¿por qué cuesta tanto dar este paso? ¿Está relacionado con el miedo tan humano a romper vínculos? ¿En qué medida influye el vértigo a lo que vendrá después, es decir, a la incertidumbre sobre el día de mañana? ¿Qué papel juega el grado de confianza en las personas que nos van a relevar en el cargo cuando dejamos en sus manos el patrimonio que hemos construido con tanto trabajo y esfuerzo durante gran parte de nuestra vida?
El sector de la climatización, como espejo de nuestra sociedad, no permanece ajeno a este tipo de situaciones. De hecho, son muchos los gerentes o directores generales de empresas familiares que todavía no han entendido del todo la importancia de saber marcharse a tiempo. De asumir, con total naturalidad y honestidad, que tras unas extensas trayectorias en las que han logrado cosechar grandes éxitos en sus negocios, ha llegado el momento de dejar paso a las nuevas generaciones, que aguardan el momento y llaman a la puerta más preparadas y formadas que nunca.
La paradoja del relevo generacional
Y es que, resulta cuando menos paradójico que estos casos sean tan comunes en un sector que encuentra en el relevo generacional su problema de mayor envergadura. La ausencia de profesionales cualificados es, sin duda alguna, el tema estrella de todas las conversaciones, mesas redondas, congresos… Pero la realidad es que, a la hora de la verdad, aquellos profesionales con capacidad de decisión para cambiar las cosas se resisten a dar ese paso a un lado para abrir el camino a las futuras generaciones, que han dado motivos para asumir más galones en sus empresas familiares.
Aquellos emprendedores que consiguieron sacar adelante sus negocios familiares con el sudor de su frente, que arriesgaron sus ahorros para lanzarse a la incierta aventura empresarial y que han dedicado gran parte de su vida a sus empresas merecen, por supuesto, un amplio y público reconocimiento de parte de todo el sector. Pero también deben ser conscientes de que los procesos y los sectores evolucionan y de que los cambios en la dirección pueden redundar en una mejora de la calidad de los servicios que ofrece la empresa por diferentes motivos.
Vía libre para el desarrollo del talento
Uno de los principales argumentos de peso es el nivel de las nuevas generaciones, que están más preparadas, capacitadas y formadas que nunca. Sin embargo, necesitan tener experiencia para poder equivocarse y adquirir conocimiento suficiente a base de prueba y error. Y esto, no será posible hasta que los directores generales dejen de proyectar sus alargadas sombras sobre sus hijos y entiendan que deben ‘dejarlos hacer’ (laissez faire).
Si no lo hacen, se arriesgarán a que sus hijos, que aguardan impacientemente su momento topándose contra un muro que frena su ascenso personal y profesional, se puedan ver tentados por ofertas que analizarán con buenos ojos porque les permitirán seguir creciendo. Es fundamental, por tanto, dejar vía libre para el desarrollo del talento. Y sí, también en las empresas familiares.
Una respuesta adaptada a los nuevos tiempos
El mercado se encuentra actualmente en una encrucijada de evolución constante y los retos que afronta exigen una respuesta firme y adaptada a los tiempos. La digitalización, la sostenibilidad, la actualización de las normativas, la evolución de las tecnologías, los nuevos procesos de compra o la necesidad de una respuesta ante la irrupción de los nuevos actores emergentes son solo algunos de los desafíos que las nuevas generaciones pueden encarar con nuevas y renovadas ideas.
Además, pueden conectar y comprender mucho mejor las demandas de los jóvenes, que cada vez valoran más el tiempo libre debido al frenesí imparable del actual ritmo de vida. Por eso, buscan optimizar sus horarios de trabajo. Los nuevos líderes podrán entender mucho mejor estas exigencias, lo que les permitirá ser mucho más sensibles con las reivindicaciones de los trabajadores, cuidando los equipos para que funcionen de una manera mucho más efectiva.
Conviene, por tanto, no retrasar en demasía la tarea del relevo generacional en las empresas, ya que tarde o temprano debe llegar. No aceptarlo supondrá un flaco favor para las empresas familiares, que necesitan evolucionar y adaptarse a los nuevos ritmos de manera natural, dejando paso al talento joven.