No es ninguna novedad señalar que el intrusismo persiste como uno de los grandes problemas del sector de climatización y fontanería (lo he tratado en post anteriores). Es una lacra que, de manera permanente, denuncian las asociaciones de instaladores, así como otras entidades del sector. Contratar personal no habilitado o sin la debida formación conlleva quizás un menor coste al principio, pero supone “perder las garantías, seguros, legalizaciones y la buena praxis en la ejecución”, como ha explicado Luis Nevares, presidente de CNI Instaladores, al área de Climatización y Confort.
Además, en muchas ocasiones, ese coste inferior (acompañado las más de las veces por un pago “en negro”) puede implicar en un futuro cercano averías en el equipo o en la propia instalación, sin posibilidad de reclamación. Ello se traduce en una inversión superior a la inicialmente desembolsada ya que el cliente debe asumir bien el arreglo del aparato, o bien la adquisición de uno nuevo o incluso ajustes y modificaciones en la instalación.
Por otro lado, un sector profesional con una elevada penetración de intrusismo se empobrece, aporta menos valor. Es necesario y urgente reconocer a aquellos instaladores y técnicos que se han formado de manera adecuada, y que han trabajado duramente para recibir la habilitación para ejercer el oficio. Más aún, en un mercado donde la normativa se actualiza a una velocidad de vértigo. Y donde la implantación de novedades tecnológicas permite mejorar las instalaciones, ahorrar energía y hacer los viviendas y edificios más eficientes, confortables y seguros.
Las marcas, en defensa de los profesionales
La lucha por erradicar el intrusismo debe provenir desde todos los frentes de la cadena de valor. En este sentido, me ha sorprendido gratamente una campaña de una conocida marca del sector de climatización y calefacción en diversos canales de comunicación, incluyendo las cadenas de televisión en abierto. Esta campaña de Saunier Duval, orientada a soluciones avanzadas como la aerotermia, pone el énfasis en que el usuario contacte con profesionales cualificados y acreditados.
De este modo, el intrusismo se cuela en un medio masivo como la televisión. Con buenas dosis de ironía y unas gotas de humor, el anuncio alude con su lema a “Los mejores asesores”. Pero avisa de que es mejor no llamar al vecino “manitas”; no dejarse asesorar por la cuñada; no contactar con aquel profesional que conociste en Internet; ni llamar al compañero de trabajo, es decir, al “todólogo” oficial que hay en cualquier oficina, taller o lugar de trabajo. Con buenas intenciones y voluntad no basta; la seguridad es primordial.
Se agradece en esta iniciativa que se insista en que se cuente con expertos en mantenimiento y los mejores instaladores acreditados, que dispongan de la formación y habilitaciones necesarias para trabajos en instalaciones técnicas.
Es justo en esta ocasión hacer una matización. No todo lo que proponen los buscadores de Internet y los motores de búsquedas online es negativo. Con un poco de esfuerzo e indagando en plataformas digitales y páginas web también se puede encontrar a excelentes profesionales.
Buenas prácticas, calidad y seguridad
En suma, un mercado que aporta valor tiene que promover y fomentar las buenas prácticas en el diseño, ejecución y mantenimiento de las instalaciones. Tanto en el entorno de particulares como de empresas por profesionales acreditados, que aporten todas las garantías en cuanto a conocimientos técnicos, seguros de responsabilidad civil y otras regulaciones necesarias para el ejercicio de la profesión.
La regulación de la profesión a nivel nacional podría ser una solución que frene el intrusismo, como reclaman entidades como CONAIF o CNI, entre otras. Precisamente, Ana María García, directora general de CONAIF, defiende esta regulación como barrera para “evitar que los intrusos se introduzcan en la profesión”. Además, pone de relieve, esa falta de esta regulación supone una merma de las garantías que se ofrecen a los usuarios.
Si para el salud y el mantenimiento del cuerpo, cualquier persona acude a médicos y especialistas colegiados, en lugar de a curanderos; en el caso de las instalaciones térmicas, cuya vida útil se prolonga 12, 15 o 20 años, hay que confiar en instaladores cualificados y homologados. No hay otra.
Que tengan un buen final de semana.