Parece que nos hemos acostumbrado a la incertidumbre, a vivir sin saber qué pasará en un plazo relativamente corto de tiempo. Esto también afecta, por supuesto, al funcionamiento empresarial porque dificulta en gran medida realizar previsiones ante el riesgo de que todo lo planificado saltará por los aires con una nueva crisis de cualquier tipo. Y por paradójico que parezca, es precisamente en tiempos de incertidumbre cuando más valor tiene la previsión, aunque la realidad nos la desbarate.
Si en el año 2022 las circunstancias fueron excepcionales, 2023 ha sido también un año lleno de acontecimientos en España y en el mundo, que rompen los ritmos naturales de la economía. El nuevo 2024 no parece ir por mejor camino, con el conflicto bélico en Oriente Próximo sin un final claro, la guerra en Ucrania prolongándose (ya va para dos años), y el regreso de las tensiones logísticas en el Mar Rojo.
A pesar de la volatilidad de la economía y la inestabilidad de la situación, vamos a tratar de analizar cómo acabó 2023 y, teniendo en cuenta la información existente, intentaremos avanzar cómo pueden afectar todas estas circunstancias a nuestro sector.
El sector inmobiliario ‘salva los muebles’
Hay que tener en cuenta que la incertidumbre económica empuja las inversiones hacia bienes considerados seguros, y la vivienda es el bien seguro más popular. Esto puede explicar que la compraventa de vivienda se haya sostenido a pesar de la situación poco favorable y la incertidumbre que domina el futuro.
De hecho, la compraventa cerró 2023 con unas 610.000 unidades y una caída en torno al 15 %. Un mal dato, pero el hecho de que 2022 batió todos los récords representa una caída anunciada, incluso menor de lo esperado por el contexto.
Con el ajustado nivel de actividad de nueva construcción, los datos de visados también permiten prever un 2024 estable, aunque el valor dependerá de la evolución de los precios. El riesgo comercial es la principal palanca de tensión en este contexto si continúa la caída de venta de vivienda nueva.
Las claves de la reforma en 2024
La cara B de la moneda en 2024 parece que será de nuevo la reforma, es decir, la inversión de los hogares en la mejora de sus inmuebles. Este mercado tiene tres grandes componentes: la reforma de la vivienda habitual y segundas residencias; la reforma asociada a la compra de vivienda usada; y la reforma ligada a herencias y vivienda de alquiler y vacacional.
Pese al crecimiento orgánico del mercado de reforma en torno al 2 %, encontramos factores de retracción, entre los que podemos destacar la debilidad del consumo de los hogares, las expectativas de una mejora a medio plazo de las condiciones crediticias, el fuerte impacto sobre la capacidad de gasto de los hogares que ha tenido la inflación, y finalmente el desplazamiento de los patrones de gasto de los hogares, con oscilaciones muy abruptas estos últimos años que esperamos que regresen a patrones próximos a los valores históricos.
Además, la reforma compite como partida de gasto con los sectores de la automoción, y el ocio y el turismo. Mientras que en 2021 y 2022 el gasto se concentró en la reforma, en 2023 lo ha hecho en estos sectores, un patrón que posiblemente se mantenga este año.
Cuando hablamos de reforma, debemos hacerlo teniendo en cuenta que nos enfrentamos a un mercado con notables condicionamientos. Por supuesto, el contexto económico es uno de los más relevantes, pero no son menos importantes las variables demográficas, así como los comportamientos de base sociológica y psicológica. Los efectos demográficos son fáciles de prever y suelen corresponderse con efectos intuitivos, pero no es necesariamente así en el resto.
La rehabilitación tampoco despega
Esto es importante porque los comportamientos miméticos importan. Y aquí entra en juego otro segmento de actividad: la rehabilitación, un mercado con un gran potencial que no despega.
De hecho, según los datos oficiales, el año 2023 se ha cerrado con una caída de los visados de rehabilitación en torno al 8 %. Un auténtico desastre si lo unimos a que los famosos fondos Next Generation llegaron precisamente para impulsar esta actividad.
Un despegue de la rehabilitación podría ayudar a dinamizar el ámbito de la reforma. En este sentido, el desplazamiento de un punto porcentual del gasto de los hogares a una determinada actividad implica regar ese sector con más de 6.000 millones de euros.
La rehabilitación sigue sin despegar y, si los datos oficiales se ajustan a la realidad (que en 2023 los organismos públicos aporten los mismos datos que en 1996 es para echarnos a llorar), podemos confirmar que todavía no se muestra ningún cambio de tendencia.
A esto se suma la inversión en el sector terciario. Los presupuestos de ejecución de obra de este tipo de visados podrían cerrar 2023 con un crecimiento en torno al 17 % para nuevos proyectos, y del 25 % en rehabilitación. El valor de esta actividad representa, no obstante, en torno a un 33 % del valor de la edificación y rehabilitación residencial.
Finalmente, tenemos una actividad que sí que está viéndose impulsada por los fondos: la licitación de obras para edificación pública. Mientras este tipo de licitación creció un 32 % en 2022, ha cerrado el último año prácticamente neutra, por lo que su efecto tractor se irá agotando a medida que avance 2024. Aunque todavía aportará en positivo al conjunto del sector, su peso es relativo y muy pequeño para nuestro ámbito.
Riesgos a nivel empresarial
Por último, no podemos dejar de destacar algunos riesgos que ya venimos arrastrando desde hace unos años y que poco a poco van lastrando la actividad de las pymes.
Aunque los costes energéticos están a día de hoy estabilizados, no podemos dejar de mirar de reojo a la situación de la industria alemana en su conjunto, cuya competitividad ha sido lastrada tanto por el coste energético como, en el caso de la automoción, por la imposibilidad de competir a nivel internacional con los nuevos operadores de movilidad eléctrica. Un fenómeno que, de no revertirse, podría afectar al conjunto de economías de la UE.
Otra de las debilidades a las que hacer frente en 2024 es el incremento en los riesgos comerciales y los impagos. Por el momento, los datos de enero a septiembre muestran un comportamiento positivo en términos anuales de empresas de la construcción acogidas a concurso. Sin embargo, el deterioro de los plazos de pago experimentado durante el ultimo trimestre adelanta un creciente riesgo en este sentido.
Por otra parte, durante los próximos años asistiremos a un creciente impacto del factor demográfico sobre la naturaleza de las empresas, con ceses de actividad de pequeñas empresas con un largo historial que serán reemplazadas por otras nuevas que carecerán tanto de historial como de tradición o arraigo.
Todo ello requerirá un mayor cuidado en la gestión del riesgo, al tiempo que un aumento del desarrollo de políticas comerciales capaces de atraer y control del riesgo de estas nuevas empresas. Esta falta de arraigo las hace muy influenciables a determinados formatos comerciales.