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Un inicio de curso atípico

En poco más de 48 horas estaré rumbo a mi destino vacacional. Este año no he tenido que elegir entre playa o montaña, ni hotel o apartamento. Tampoco he escrito la típica checklist con los rincones que tengo que visitar sí o sí. Y no porque no quiera contribuir a fomentar el mercado hotelero y turístico, al que tanta falta le hace y del que tanto dependemos como sector, sino porque el lugar al que voy lo conozco bien, y tengo cobijo.

Después de tres meses de confinamiento, una pandemia que continúa, y estar a más de cuatrocientos kilómetros de mi familia, no se me ha ocurrido mejor paraje para “recargar pilas” – ¡que falta nos hace! – que el pueblo leonés en el que nací: Villablino.

Villablino, capital de la comarca de Laciana (Castilla y León)

He de confesaros que estos días no he podido dejar de pensar en que éstas serán unas vacaciones atípicas. Además de por las circunstancias sanitarias, creo que, por primera vez, me voy con la sensación de no saber del todo qué nos deparará el comienzo de curso. Aun sabiendo que cada septiembre suele venir cargado de interesantes retos con los que reinventarnos.

Pero, de cara a este noveno mes de 2020, las previsiones se han vuelto laberínticas. Pocos se aventuran a hacer pronósticos para el último trimestre del año porque, desde que el COVID-19 se presentó en nuestras vidas, predecir la evolución del mercado o de la demanda es poco menos que una proeza, más bien, precipitada.  Sin embargo, entre las dudas lógicas, también se asoman más de una certeza.

Algunas certezas

Las últimas cifras dejan ver que, con el levantamiento del veto al instalador para entrar en los hogares, así como el fin del estado de alarma en nuestro país, se ha reactivado la demanda de forma muy significativa. Especialmente en lo que a climatización doméstica se refiere.

De hecho, la mayoría de distribuidores han borrado de entre sus peores presagios, de la época de confinamiento de todo el país, la posible pérdida de la campaña de aire acondicionado. Algunos incluso, se están encontrando con falta de stock en determinados productos, de cara a satisfacer la actual demanda.

También hemos adaptado nuestros negocios a la nueva realidad sanitaria y social.

Parece que en España, donde hemos pasado más tiempo confinados que otros países, seis de cada diez hogares han mostrado su intención de hacer alguna reforma en época estival. Un dato, que tal y como ha hecho público Andimac esta semana, nos sitúa por encima de la media europea.

Otra de las certidumbres que nos deja este último tiempo tiene que ver con que la rehabilitación energética y las energías renovables (campos en los que tenemos mucho que decir) vayan a dar nombre a la dirección que la Unión Europea quiere fijar para la salida y recuperación de esta crisis pandémica mundial.

¿Y después?

 En menos de un abrir y cerrar de ojos, estaremos en pleno septiembre. Y, como viene siendo habitual durante los últimos meses, seguirá sonando con fuerza la palabra “incertidumbre”. Al menos, hasta que llegue la ansiada vacuna.

Pero no debemos olvidar que esta falta de certeza y, por tanto, de seguridad, que hasta hace poco nos robaba el sueño, ahora se ha convertido en nuestra filosofía de vida, tanto profesional como personal.

Precisamente una de las personas del sector con las que he podido hablar estos días me ha recordado –le tomo prestada la idea- que ahora también las empresas del sector están aprendiendo a trabajar bajo el mantra ‘carpe díem’: “aprovechar el momento presente sin esperar el futuro”.

¡Disfruten! Yo, en dos días, volveré a conocer los rincones de mi niñez, ya que, este verano de 2020, los miraré con otros ojos.

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