El sistema de calefacción romano era sencillo: se quemaba el combustible y se calentaba la gran cisterna para el agua de la bañera y los suelos de las termas. Asimismo, los sistemas de suelo radiante que se emplean hoy en día son idénticos a los empleados por los romanos, pero con soluciones tecnológicas y de combustible diferentes.
“Los baños, el vino y el amor corrompen nuestra vida pero la hacen más fácil”, es un lema que solían decir los romanos para amenizar su vida así como confluir en sociedad. Los baños romanos eran un punto de focalización social, por ello, su funcionamiento era primordial, ya que funcionaban gracias al sistema de climatización y calefacción hypocaustum.
Una de estas instalaciones se encuentra en la antigua Hispania Romana. Al norte de la Península Ibérica, en Uncastillo (Zaragoza), donde el clima no es benigno y no hay recursos mineros o agrícolas. Aquí, a 100 kilómetros de la gran ciudad romana de Caesaragusta, existía una pequeña ciudad romana.
Este medio se ha puesto en contacto con Javier Andreu Pintado, catedrático de Historia Antigua, director del Diploma en Arqueología de la Universidad de Navarra y director científico de las excavaciones en la ciudad romana de Los Bañales de Uncastillo, para que pueda arrojar luz sobre esta misteriosa ciudad y edificio.
De esta pequeña localidad se desconoce el nombre por la trascendencia del tiempo, “acaso Tarraca”, comenta Andreu. Aún así, lo que sí se sabe es el conocimiento de los vestigios de un poblado indígena prerromano. Unas excavaciones que han ido revelando parte de la ciudad desde 2009, pero que misteriosamente se desconoce gran parte de ella.
En la Península Ibérica, entre época de Augusto y de Domiciano, las ciudades disponían de varios termales con esta sugerente solución técnica. Traían agua de boca, la calentaban para las bañeras y quemaban combustible para el sistema de calefacción y aclimatación.
El funcionamiento de Hypocaustum, el sistema de calefacción romano
“El sistema de calefacción era sencillo: un espacio donde se quemaba el combustible (madera) y se calentaba la gran cisterna (testudo alvei). Esta acumulaba el agua para la bañera de agua caliente (alveus)”, aclara Andreu. El calor de la combustión circulaba por debajo de los suelos del caldarium y del tepidarium por una cámara de calor a la que llamaban hypocaustum.
Para garantizar el calor envolvente los romanos “colocaban unos ladrillos huecos (tegulae mammatae) o unos tubos (tubuli) de cerámica por los que este se elevaba”. Así se generaban altas temperaturas en las habitaciones próximas a la fuente de calor, señala el director científico de las excavaciones.
Igualmente, en la sala templada se preparaban para la sauna y se dirigían a la piscina de agua fría donde solía terminar el espacio termal, en la habitación frigidarium.
Impacto en los sistemas de calefacción y transmisión de calor en la actualidad
En la historia queda reflejada cómo este tipo de sistemas de climatización han supuesto la evolución o esquema base de muchos mecanismos de calefacción actuales.
Es por ello, que Javier Andreu comenta que “los sistemas de suelo radiante que se emplean hoy en muchos domicilios son idénticos a los empleados por los romanos aunque con soluciones tecnológicas y de combustible diferentes”.
“Las termas, a su vez, en su dimensión recreativa, recuerdan a nuestros modernos SPAs (el término SPA significa en latín salus per aquam, ‘salud a través del agua’)”. Asimismo, “los balnearios actuales recuerdan a las termas curativas y medicinales romanas, normalmente llamadas balnea“. Además, fue Roma la que difundió la cultura termal por Occidente a partir del siglo II a. C., con su expansión por el Mediterráneo.
Con esta serie de conclusiones, Susana Huerta Pino, historiadora por la Universidad de Granada señala que el hypocaustum sí que es “relevante en nuestra actualidad, ya que no sólo aportaba una fuente de calor. Esta función se llevaba a cabo por medio de fuegos controlados, como conocemos las chimeneas a día de hoy”. Sin embargo, es preciso señalar que “logra la transmisión horizontal del calor sin perder el sentido útil y estético necesario para una sala espaciosa y concurrida”, apunta Susana.
Las termas romanas de ‘Los Bañales’ como punto social
Lo que sí llama la atención es la increíble conservación que mantiene. Y es que las termas romanas de Los Bañales, son unos yacimientos que han aportado luz en el sistema de ingeniería romana sobre calefacción y climatización.
Era un lugar de encuentro social pero que funcionaba como baño público de la época, los cuales estaban dotados con agua caliente. Susana destaca que “hemos de comprender en primer lugar la importancia de las termas como uno de los espacios más importantes para la socialización durante la antigüedad clásica. Eran un lugar de socialización”.
En la época romana existían dos tipos de establecimientos termales, los recreativos o higiénicos y los rurales que “se instalaban donde existía una surgencia de agua con propiedades curativas o mineromedicinales”, explica el catedrático.
En la Hispania Romana existen varios ejemplos, uno de los más llamativos es Los bañales. Estos eran termas urbanas de tipo recreativo o higiénicas. Se trataban de obras de propiedad municipal o que podían ser gestionadas por empresas (societas) que las ponían en funcionamiento.
“En realidad, eran edificios centrados en torno a una serie de salas de espera (vestibula), un vestuario (apodyterium) y a partir de él un circuito basado en las saunas, las bañeras de agua caliente y, al final del circuito, la de agua fría”, desarrolla Javier.
Lo fundamental, “era que estuvieran bien calefactadas las dos salas climatizadas, la templada (tepidarium) que preparaba para la sauna (caldarium) y el propio caldarium que podía tener, también, una sala más pegada a la fuente de calor a modo de sauna intensa (sudatio)”. De hecho, lo esencial era quemar la leña y mantenerla para el funcionamiento del sistema de calefacción.