Este sábado se cumplen 150 días desde que comenzó la guerra en Ucrania, conflicto que ocasionó una escalada del precio de las materias primas que alcanzó su punto álgido el pasado mes de marzo. Desde entonces, este medio ha publicado informes periódicos en los últimos meses para analizar la evolución de estos materiales.
Este informe confirma la tendencia de bajada de precios de las materias primas, pues solo el gas es más caro que antes del comienzo de la guerra. El resto de materiales cuesta menos que el pasado 23 de febrero (fecha de inicio de la guerra), algo que para muchos expertos puede considerarse como una de las señales de la próxima recesión económica.
En este sentido, el aluminio y el cobre cuestan hoy casi un tercio menos que antes del inicio de la guerra y su precio se ha rebajado un 77,43 % y un 64,24 %, respectivamente, si lo comparamos con los máximos del pasado mes de marzo. Eso sí, ambos metales se han encarecido ligeramente respecto a su mínimo de hace una semana, cuando se situaron en los 2.319 y los 6.998 dólares/tonelada, respectivamente.
Por primera vez desde el inicio de la invasión rusa, los precios de la electricidad y el níquel son más bajos que antes del comienzo de la guerra. El níquel, que se disparó hasta los 42.990 dólares por tonelada a principios de marzo, cotiza ahora en los 21.195 dólares (antes del conflicto costaba 24.940 dólares).
Por su parte, el precio de la electricidad, tensionado por el incremento del coste del gas (+52,35 % respecto al 23 de febrero) descendió este jueves hasta los 138,84 euros/MWh un 29,11 % menos que el día anterior al inicio de la guerra.
Respecto al último informe, también bajan el petróleo, aunque sigue por encima de la barrera psicológica de los 100 dólares (103,97) y el acero, que acumula un descenso del 24,34 % respecto a su cotización anterior al conflicto.
La Comisión Europea actualizó sus previsiones económicas la semana pasada y, de momento, mantiene la estimación de crecimiento para España que anunció en primavera, 4 %. Aunque esta cifra supone una reducción de 1,6 puntos respecto a sus estimaciones de principios de año, está por encima de la media de crecimiento de la UE, situado en el 2,7 %.
Sin embargo, la CE sí que ha rebajado sus previsiones para el próximo año, cuando prevé que el PIB español crezca un 2,1 %, un 1,3 % menos respecto a sus estimaciones de primavera.
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