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José Porras, una vida ligada a la energía desde los trece años

Por Covadonga Del NeroResponsable de contenidos del área de Climatización y Confort
Cuando José Porras empezó a trabajar en una empresa instaladora, apenas había cumplido los trece años. Fue más una imposición que una elección meditada o una vocación tardía. Aquella decisión de sus padres fue el inicio natural de un camino que le llevaría a fundar y presidir una de las compañías de referencia en climatización y gestión energética en España.

La relación de José Porras con el mundo de las instalaciones comenzó de forma temprana y casi inevitable. Corrían las navidades de 1971 cuando una decisión familiar -“en aquella época no admitía discusión”- le llevó a trabajar por las tardes en Eja Instalaciones, una empresa dedicada a calefacción, aire acondicionado y fontanería. Apenas tenía trece años y sus primeras tareas estaban ligadas a la gestión: presupuestos, facturas y nóminas. 1.200 pesetas al mes que, si no había ido bien, ni siquiera cobraba. Un aprendizaje precoz que plantaría la semilla que acabaría marcando su futuro profesional.

Durante los años siguientes, mientras completaba sus estudios de Bachillerato y COU en turno nocturno, Porras compaginaba las aulas con el trabajo diario en la empresa. Una formación práctica que se convertiría en el complemento perfecto a su posterior paso por la Escuela de Ingeniería Técnica Industrial de Embajadores, en Madrid, donde se tituló como ingeniero técnico industrial. Aunque su entorno trató de orientarle hacia estudios vinculados a la economía, su vocación técnica y su vínculo con el sector de las instalaciones ya estaban firmemente asentados.

Finalizada la carrera en 1978, con solo veinte años, José Porras comenzó a asumir mayores responsabilidades dentro de la empresa. Gestionaba clientes propios, dirigía obras, coordinaba equipos y firmó su primer gran proyecto como ingeniero: las instalaciones del Hospital de Badajoz. En paralelo, fue adquiriendo experiencia en áreas clave como compras, planificación, gestión de personal y relaciones comerciales, construyendo una visión global del funcionamiento de una empresa instaladora. Una etapa “decisiva” para reafirmar su deseo de emprender un proyecto propio.

El origen de Remica

Era enero de 1984, cuando José Porras, con veinticinco años, fundó Remica. Y lo hizo con una idea clara: ofrecer servicios de instalación y mantenimiento basados en la calidad técnica, la cercanía al cliente y una visión a largo plazo. Los inicios no fueron sencillos. Coincidieron, además, con la entrada en vigor del primer Reglamento de Instalaciones de Calefacción, Aire Acondicionado y Agua Caliente Sanitaria (ACS), que introdujo criterios de racionalización del consumo energético y obligó a profesionalizar el mantenimiento de las salas de máquinas de mayor potencia.

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Aquel nuevo marco normativo abrió una oportunidad que Remica supo aprovechar desde le primer momento. En una primera etapa, la compañía centró su actividad en la transformación de instalaciones existentes y a finales de los años 80 llegaron las primeras instalaciones de gas natural y la participación activa en la gasificación del parque de calderas de Madrid. Un proceso en el que Remica llegó a ejecutar más de 4.000 transformaciones de salas de máquinas.

A mediados de los años 90, la empresa ya se había consolidado como uno de los principales actores del sector, hasta convertirse “en la compañía con mayor número de instalaciones y servicios gestionados en gas natural en Madrid”. Desde entonces, su crecimiento ha sido constante, alcanzando, a día de hoy, una cuota de mercado cercana al 30 % a nivel nacional.

De instaladora a empresa de servicios energéticos

Uno de los grandes puntos de inflexión en la trayectoria de Remica se produjo en 1998, cuando comenzó a operar como Empresa de Servicios Energéticos, de forma pionera en España. “Ese paso supuso un cambio profundo en nuestra manera de trabajar: dejamos de centrarnos únicamente en la instalación y el mantenimiento para ofrecer a nuestros clientes un modelo de gestión integral de la energía, orientado al ahorro, la eficiencia y la optimización del rendimiento de las instalaciones”, explica José Porras.

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Desde entonces, la eficiencia energética se ha convertido en “eje estructural” de la compañía. En la actualidad, Remica ofrece un servicio integral a lo largo de todo el ciclo de vida de los edificios, que abarca desde el diseño y la ingeniería de las instalaciones hasta el suministro y la gestión de la energía útil, el mantenimiento, las auditorías energéticas, las reformas y la lectura de contadores, incorporando además soluciones de energías renovables.

Con sede central en Madrid, en un edificio de 4.000 metros cuadrados situado en el polígono industrial de Vallecas, la compañía ha impulsado en la última década un proceso de expansión territorial que la ha llevado a contar con delegaciones en Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y País Vasco, prestando servicio en todo el territorio nacional. Actualmente, gestiona más de 7.500 contratos de mantenimiento y cerca de 600 contratos de gestión energética, con un equipo de casi 700 profesionales.

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Sede de Remica, en Madrid.

Transición energética, CAEs y el futuro del sector

Para José Porras, el sector vive hoy uno de los momentos “más disruptivos” de las últimas cuatro décadas. La descarbonización de los edificios y la adaptación a un marco normativo cada vez más exigente, como el derivado de la F-Gas, está configurando un cambio profundo que “obliga a innovar, invertir y formar de manera continua”.

En este contexto, Remica ha apostado decididamente por la hibridación como “paso natural y más eficiente”, especialmente en el parque edificatorio existente. Un modelo que permite combinar tecnologías y lograr reducciones superiores al 85 % en las emisiones de CO2, adaptando instalaciones antiguas “sin renunciar a la eficiencia”.

La compañía es, además, uno de los actores de referencia en el sistema de Certificados de Ahorro Energético (CAEs), actuando como sujeto delegado y gestionando cerca del 25 % de los CAEs generados en el sector residencial desde su puesta en marcha. Se trata, en palabras de Porras, de “una herramienta imprescindible para acelerar las inversiones en eficiencia energética y reducir el consumo en los edificios”, aunque reconoce que el ámbito residencial sigue siendo complejo y con un amplio margen de mejora.

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Personas y formación

La falta de mano de obra cualificada y el relevo generacional son, en su opinión, uno de los grandes retos del sector. Desde Remica, la respuesta pasa por atraer talento joven y reforzar la formación y colaborar estrechamente con centros de Formación Profesional y universidades. Una apuesta que se materializa en su Universidad Corporativa y en una política de formación continua que combina juventud y experiencia. “Apostamos por formar internamente a nuestros equipos y acompañarlos en su crecimiento, combinando la incorporación de jóvenes talentos con la experiencia de profesionales consolidados como base para garantizar el futuro de la compañía y el sector”, resume Porras.

Tras más de cuarenta años de trayectoria, Remica recibió el reconocimiento Empresa Líder del Año en InstalClima Xperience, que supone “un orgullo para todo el equipo y valida nuestro enfoque centrado en la excelencia técnica, la eficiencia energética y la orientación al cliente”. El galardón, concluye José Porras, “premia el esfuerzo colectivo de 700 profesionales y reafirma nuestra posición como empresa pionera en la transición energética”.

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