El último informe elaborado por el Reform Institute arroja algo de luz para tratar de invertir la tendencia en los diferentes países europeos analizados. En cuestión, son una decena: Francia, República Checa, Polonia, Alemania, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Suecia, España y Rumanía.
El desplome de las ventas de bombas de calor está estancando la transición europea hacia una calefacción sostenible, poniendo en peligro la competitividad europea y los 170.000 puestos de trabajo del sector. Sin embargo, el último informe elaborado por el Reform Institute arroja algo de luz para tratar de invertir la tendencia en los diferentes países europeos analizados. En cuestión, son una decena: Francia, República Checa, Polonia, Alemania, Reino Unido, Italia, Países Bajos, Suecia, España y Rumanía.
Concretamente, aconsejan la mejora de las políticas sobre bombas de calor, lo que reportaría también beneficios climáticos y “allanaría el camino” para reducir la factura energética en los hogares. Todo parte de un análisis en el que, según el informe, se concluye que ninguno de los principales mercados europeos de calefacción está haciendo lo suficiente para atajar la caída masiva de las ventas, con un descenso del 47 % en el primer semestre de 2024.
Dicha caída de las ventas significa que la UE no alcanzaría su objetivo de 60 millones de bombas de calor para 2030 en hasta 15 millones de equipos.
“Lo que está en juego es evitar la emisión de unos 45 millones de toneladas de CO2 al año. Esto equivale a las emisiones de Dinamarca o de tres aerolíneas del tamaño de Ryanair. Significa que una décima parte de la reducción de emisiones aún necesaria para alcanzar el objetivo del 55 % fijado para 2030 no se materializará”
Aleksander Sniegocki, director general del Reform Institute y coautor de la clasificación.
No existe un modelo a seguir
De los diez países encuestados, ninguno cuenta con políticas “sólidas” en materia de bombas de calor. Para comprenderlo, Francia encabeza la clasificación con un 69 %, pero su mercado lleva estancado desde 2023. Tras el país galo, República Checa (65 %), Polonia y Alemania (61 %). Tras el podio, el groso de países: Reino unido (55 %), Italia (54 %) Países Bajos (54 %), Suecia (52 %) y España (51%). Rumanía apenas alcanza el 21 %, ocupando la última posición.
Este problema se ve agravado por la falta de políticas adaptadas a las necesidades específicas y a la madurez de cada mercado. Aunque no existen países modélicos sí hay ejemplos a poner sobre la mesa. Por mencionar alguno, en el incipiente mercado británico de las bombas de calor, unas “normas sencillas y unas subvenciones generosas” han impulsado el crecimiento. Pero el ahorro operativo y el control de calidad siguen siendo un reto.
Mientras, Suecia, con más de un 90 % de saturación del mercado de bombas de calor, se enfrenta a dificultades para eliminar las 50.000 calderas de gasóleo restantes, debido a la falta de ayudas específicas.
“Si no se corrigen los graves errores políticos, se corre el riesgo de agravar la desigualdad y la insatisfacción social. Debemos garantizar que las bombas de calor beneficien a todos los hogares, o empeoraremos la pobreza energética y dejaremos atrás a quienes más ayuda necesitan”
Los errores políticos
Los errores políticos detectados son similares en todos los países estudiados:
- Largos retrasos en el pago de las subvenciones a los hogares.
- Precios elevados de la electricidad en comparación con el gas.
- Escaso alcance a los hogares vulnerables.
- Falta de préstamos para pagar los costes no cubiertos por las subvenciones.
- Complicados procesos de solicitud de subvenciones.
- Las subvenciones no están vinculadas a los ingresos del hogar, lo que significa que no se llega a los hogares con bajos ingresos.
- Falta de certificación de las bombas de calor, lo que significa que podrían extenderse las de baja calidad.
“La fabricación de bombas de calor es una de las pocas áreas de tecnologías limpias en las que Europa es actualmente líder mundial, con un 73 % de la demanda cubierta por la producción nacional e inversiones adicionales que sitúan a Europa en la senda de la autosuficiencia. Sin embargo, los fracasos políticos prolongarán la exposición de Europa al riesgo de la volatilidad de los precios del gas y socavarán gravemente nuestra competitividad”
Maria Niewitala-Rej, analista del Reform Institute y coautora de la clasificación
Reacciones desde España
“Si España quiere seguir liderando la transición energética, debe situar el apoyo a la calefacción y refrigeración limpias, y a las bombas de calor en particular, en el centro de su agenda. El Gobierno debe simplificar los planes de apoyo, haciéndolos más fáciles de entender y estables en el tiempo. Debe informar mejor a los ciudadanos de las ayudas disponibles y ofrecerles apoyo durante todo el proceso de solicitud. Y debe garantizar que las ayudas lleguen a los ciudadanos, y en particular a los más vulnerables, sin pagos por adelantado. Si se hace esto, el mercado crece”
Francisco zuloaga, consultor de ECODES y experto en calefacción renovable
“Aumentar la electrificación de los sectores de la edificación, sobre todo en climatización, es una cuenta pendiente para España y una medida tanto de adaptación como de mitigación. Como evidencia el informe, el potencial de las bombas de calor como sustituto de calderas es una realidad tecnológica y de mercado, y crear un plan estatal de financiación pública para las bombas de calor es una obligación si no queremos quedarnos atrás”
Ismael Morales, responsable de políticas climáticas de Fundación Renovables
“Aunque los incentivos siguen siendo necesarios en este momento, confiamos firmemente en futuros modelos de financiación nuevos, alternativos y disruptivos que impulsen la rápida implantación de las tecnologías de bombas de calor, basados en esquemas público-privados y en conceptos de ahorro futuro, que permitan a las familias con rentas más bajas disponer de una ayuda inicial para la inversión inicial”
Marta San Román, directora general de AFEC
“Instalar un sistema de aerotermia para sustituir el gas es la solución más eficiente, económica y sostenible para la calefacción, refrigeración y agua caliente sanitaria de una vivienda, porque aporta 3 o 4 veces más energía de la que requiere para su funcionamiento”
Soledad Montero, responsable de energía de la Federación de Consumidores y Uusarios (CECU)