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Cuando lo que hacemos no es suficiente

Por Redacción

Nuestro día a día cada vez nos supone más presión. Además de a nuestra conducta personal, esta situación afecta a nuestra actividad comercial.

Y no debemos perder de vista que la actividad profesional y la personal cada vez están más solapadas y entremezcladas, generando una clara continuidad entre ambas.

Con frecuencia escucho: “Yo sé separar el trabajo de la familia”, pero la verdad es que conozco a muy pocas personas que puedan confirmar que esto es posible.

La presión influye, ¡y mucho!

La presión influye – ¡y mucho! – en nuestra actividad profesional y comercial, ya que cuando estamos bajo sus efectos entramos en una rutina inconsciente que nos impide trabajar y desarrollar lo que debemos hacer para evolucionar y mejorar en nuestra actividad.

Es más, cuando nuestra actividad depende en gran parte de uno mismo y disponemos de pocos recursos humanos, la presión constante puede hacer inalcanzables nuestros objetivos.

Cada día nuestra actividad necesita de nosotros y que estemos preparados al 100 %.  Pero si caemos en esa rutina inconsciente, la actividad empieza a relajarse y a tener un menor ritmo del necesario.

Además, esta no nos deja ver las verdaderas necesidades de nuestro negocio, que exige mucho más de nosotros mismos y nuestros recursos. Si no llevamos a cabo las mejoras o cambios que requiere nuestra empresa, sin duda tenemos un problema.

Demasiados inputs no son buenos

Hay que ser sensibles a las necesidades constantes que nos demanda el mercado y, en especial, nuestros clientes. Es importante separar el mal humor y la presión para poder dedicarnos a nuestra empresa. Como también lo es limitar los horarios de trabajo.

Estar más horas físicamente en el almacén, la tienda o la oficina, no hará que vaya mejor la empresa, sino todo lo contrario: al final nos agota y genera conflictos colaterales con nuestras familias que nos ven poco, y lo poco que nos ven estamos de mal humor porque pensamos en todo momento en los problemas o necesidades de nuestra actividad profesional.

Por ello, es conveniente diferenciar, y concentrarnos en las necesidades de nuestro negocio durante las horas laborales, mientras que el tiempo restante lo invertimos en desconectar de ellas.

Está comprobando que, si pensamos a todas horas en lo mismo y más de lo mismo, las ideas para mejorar o innovar son muy reducidas, y se hace cada vez más difícil solucionar el problema por generar nuevos inputs.

Esto también puede ocurrir si no desligamos o tratamos de forma individualizada los departamentos, secciones, servicios o productos que queremos o debemos mejorar en la compañía: al ponerlos todos encima de la mesa y juntarlos, lo único que conseguimos es entorpecer y saturar nuestra mente, en lugar de fijar metas alcanzables dentro de cada uno de los puntos que queremos llevar a cabo.

¿Es suficiente?

Otro aspecto para tener en cuenta es que hay que estar atento a las señales que nuestro día a día nos emite y que debemos atender como: la reducción de ventas, la pérdida de clientes habituales que siempre nos compraban y ahora no lo hacen; e incluso los comentarios que nos hacen los propios clientes que siguen viniendo a vernos (por ejemplo, sobre muchas faltas de productos o acerca de si somos lentos en solucionar o gestionar un problema o necesidad específica).

Podríamos hacer una lista larguísima, ya que son cientos de detalles los que nos indican que lo que hacemos todos los días ya no es suficiente.

No podemos achacar a la crisis y a la competencia la pérdida de ventas, porque muchas veces somos nosotros mismos los que no queremos vender al no preocuparnos por nuevas técnicas y presentaciones de venta, sistemas o productos que el mercado demanda, y que, como profesionales de nuestro sector, debemos de conocer y ofrecer a los clientes.  

Hay un dicho que es muy cierto: “El que da el primero da dos veces”. Saber adelantarse a lo que pasará genera que como profesional o punto de venta te perciban como “innovador”, un calificativo muy positivo y valorado, que sirve para poder ser un referente donde encontrar las novedades antes de que las tengan otros establecimientos.

Para ello debemos analizar los PD (puntos débiles) y PF (puntos fuertes) y actuar. Cualquier detalle es bueno y para que un detalle se haga visible debemos fijarnos antes en los micro detalles. ¿Lo mejor? La mayoría de estas mejoras no suponen gasto alguno o, en el peor de los casos, un gasto mínimo. En contrapartida, logramos grandes ideas y posibles soluciones a esta pasividad que nos afecta a diario.

Más allá del día a día

La actividad profesional no solo debemos verla bien nosotros, participando así de una visión conformista del negocio, sino que tenemos que ir más allá. Un ejemplo: si tenemos un cliente que nos compra mucho y supone un porcentaje muy alto de nuestros ingresos ¿qué nos ocurriría si nos deja de comprar? Sin duda tendríamos un problema.

Recuperar este porcentaje de nuestras ventas posiblemente sería imposible, pero debe hacernos reflexionar: no vale solamente con lo que tenemos (aunque nos vaya bien).

Hay que evolucionar constantemente en todos los miles de puntos y detalles que cada día afectan a nuestra actividad, sin importar nuestro tamaño empresarial – es aplicable a un autónomo o una empresa con varios trabajadores, a un almacén o a un punto de venta. Todos los negocios necesitan detectar qué deben de hacer para mejorar, aunque no lo veamos necesario.

Por este motivo debemos ser sensibles y escuchar muy bien las demandas lógicas de lo que necesita nuestro negocio. Más aún en la actualidad, con la situación que está viviendo nuestra economía, el mercado y la competencia.

Mejor pronto que tarde

No podemos darnos cuenta de que no es suficiente lo que hacemos como negocio cuando ya no hay remedio. Adelantarnos es la solución, aunque nos equivoquemos. Cuanto antes nos equivoquemos, antes podremos rectificar y aplicar lo que requiere nuestro negocio.

Podríamos decir que una dosis de atrevimiento, en este caso, también sería muy buena. Otra muy efectiva es pedir consejo a un especialista consultor que está a diario frente a estas situaciones de parálisis o de falta de reconocimiento de que algo se está haciendo mal y con el pensamiento de que “lo único bueno es que aún nos queda dinero en el banco para ir pagando y con esto ya es suficiente”.

Os confieso que, aunque la situación de la economía mejore, esto no se recompondrá solo con ello. Y, me sabe mal decirlo, pero contar con saldo en la cuenta no es perpetuo ni la solución: vivimos del cliente y los clientes son insaciables a la hora de pedir y demandarnos mejoras o servicios. Además, son muy infieles. Es mejor tenerlo siempre en cuenta para que no nos pille por sorpresa.

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