Joaquín Cañete decidió hacerse aparejador, pero los veranos en la empresa de su padre para "sacarse un 'dinerito'" fueron haciendo mella en él. En 1998, se incorporó a Guadalclima y, con la jubilación de los socios, cogió la batuta de una empresa de cuarenta trabajadores pero "prácticamente familiar".
Manuel Cañete fundó en Sevilla, allá por 1990, tras la quiebra de la compañía en la que trabajaba y con el dinero de la indemnización como empleado, Guadalclima. Por aquel entonces, su hijo, Joaquín Cañete, comenzaría su formación para convertirse en aparejador (ahora, arquitecto técnico) para dedicarse a algo diferente que su progenitor, lejos de la empresa familiar. Pero 1992 llegó con la Expo de Sevilla y, entonces, el hijo se acercó a la compañía ante la alta carga de trabajo. Y el camino que marcó la Exposición Universal, años después, ya no lo separarían los planes iniciales de un estudiante a aparejador.
Aunque durante sus años de estudios, Joaquín Cañete se acercaba a la empresa solo durante las épocas estivales -“ganaba un ‘dinerito’ ayudando a mi padre”-, ya en 1998, se incorporó de manera definitiva a Guadalclima. Entremedias, tuvo que formarse para poder trabajar en una empresa instaladora. “Tuve que sacarme los certificados de climatización, el RITE, todos los carnets…”, recuerda Cañete. Llegó a colegiarse como aparejador, aunque nunca ejerció como tal.

Los inicios de Joaquín Cañete
En aquellos inicios, la compañía estaba “muy enfocada en el medio ambiente, instalábamos mucha solar térmica, sobre todo durante los años del boom, también mucha climatización con enfriadora, bomba y VRV en salas de máquinas”. Pero, con el tiempo, desde Guadalclima se percataron de que “empresas con menos experiencia también realizaban este tipo de instalaciones, lo que nos impedía diferenciarnos”. Por ello, se centraron en la refrigeración y la climatización a nivel industrial, en espacios como hospitales, factorías u hoteles, por poner algunos ejemplos.
Los complejos hoteleros son grandes demandantes de reforma y rehabilitación, con la descarbonización por bandera y la aerotermia como una de las grandes soluciones a instalar por parte de la empresa. Joaquín Cañete, que asumió la dirección de la empresa cuando su padre y su socio se jubilaron, destaca la sustitución de la caldera por bomba de calor como una de sus instalaciones ‘estrella’. También geotermia y cogeneración.
Sevilla es la plaza más importante para Guadalclima, seguida del resto de Andalucía. No obstante, realizan trabajos en otras zonas de España, como Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Palma de Mallorca e, incluso, el Algarve. “No trabajamos con colaboradores, por lo que el servicio se encarece cuando nos vamos fuera”, justifica Cañete. Aun así, son muchos los que apuestan por sus servicios. La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días es uno de sus clientes más destacados. Allí donde levantan una iglesia, está Guadalclima para climatizar el espacio.
Una mediana empresa “familiar”
A lo largo del tiempo, y lejos de la idea de otros muchos empresarios, Guadalclima apenas ha crecido en trabajadores. Rondan los cuarenta “casi desde el inicio, porque somos una empresa prácticamente familiar”, donde la especialización es importante: operarios con FP, ingenieros, técnicos con carnets… Todos ellos conforman la plantilla de la compañía sevillana, donde la formación es “importantísima”.

Y es que el Joaquín Cañete predica con el ejemplo desde su entrada en la empresa. “Realizamos cursos cada dos o tres años para actualizarnos, también de dirección de empresas, de diferentes fabricantes, de gases refrigerantes, de prevención y un largo etcétera de temas”. La especialización y actualización de los empleados es imprescindible para seguir al día en el sector, sobre todo ante la falta de talento joven y la dificultad para retenerlo.
“Colaboramos con la FP Dual e incorporamos a un par de jóvenes cada curso, algunos se quedan un tiempo más, pero es difícil encontrar relevo generacional”, lamenta Cañete. Y los pocos que se incorporan, “nos los ‘robamos’ entre nosotros”. Una situación, la de la falta de cantera, que achaca a la falta de vocación de los hijos y de ganas de los padres porque sus hijos se dediquen al sector. “Es un trabajo difícil, se realiza con frío en invierno y calor en verano, pero está muy regulado, bien remunerado“, destaca.
Como ejemplo de esa incorporación inmediata al mercado laboral de casi todos los alumnos, Joaquín Cañete siempre está “observando a aquellos chicos que despunten un poco en el centro de FP para que se vengan con nosotros”.