C de Comunicación se ha desplazado hasta Valencia para visitar los almacenes de distribución más afectados por la DANA y conocer sus necesidades tras el desastre. En el capítulo de hoy, Suministros Maeztu (socio de Grupo Avalco) nos abre las puertas de su autoservicio, que vuelve a funcionar tras varias semanas de limpieza.
El 9 de diciembre no es un lunes más para la familia de Suministros Maeztu. Es un día de sonrisas, alegría, reencuentros y mucha emoción. Un oasis en una pesadilla que ha durado 40 días que los trabajadores de la empresa tardarán mucho tiempo en olvidar, si es que alguna vez pueden hacerlo. 40 días de batalla contra el fango y sumidos en una sensación de incertidumbre, desánimo y desasosiego a partes iguales. Ahora, ven la luz al final del túnel. Con mucho esfuerzo, han conseguido un gran logro: reabrir su autoservicio de la calle Azagador de la Torre de Sedaví en tiempo récord. Algo que parecía inimaginable hace tan solo unas semanas, cuando el lodo arrebató las ilusiones y los proyectos de una familia que entendió desde el primer momento que volver a prestar servicio al cliente era una necesidad de primer orden en un contexto como este.
Toni Ruiz, gerente de la empresa, recibe a C de Comunicación aún con las emociones a flor de piel. Él, mejor que nadie, sabe lo difícil que ha sido conseguir el objetivo. Al almacén llegan clientes (algunos de ellos han perdido sus talleres, vehículos y herramientas), pero también voluntarios que no dudaron un segundo en arrimar el hombro y tomar rastrillos, cepillos, palas y lo que hiciera falta para emplearse a fondo en el lodazal. Muchos de ellos caminan por los pasillos del autoservicio. “Parece mentira cómo ha quedado”. “Sí, han sido muchas horas de trabajo, pero ya estamos operativos”, responde Toni. Por fin, el corazón de Suministros Maeztu vuelve a latir 40 días después de la DANA.
“El desastre era monumental”
La tarde del 29 de octubre ni Toni ni su hermano Javier podían, ni por asomo, imaginar la magnitud de la tragedia. “En el Levante llueve con intensidad en muchas ocasiones y alguna vez nos había entrado agua, por lo que no estábamos muy alarmados”. De hecho, los dos hermanos permanecieron en el almacén hasta unos minutos antes de las siete de la tarde, cuando decidieron regresar a sus casas, sin saber todavía que pasarían aquella noche a la intemperie. Con las comunicaciones ya bloqueadas, la furgoneta de Toni quedó atrapada en la pista de Silla (V-31), donde empezó a ser consciente de la dimensión del desastre.
Su primera preocupación fue, por supuesto, su familia. Por fortuna, muy pronto confirmó que todos se encontraban bien. “Vivimos con mucha incertidumbre la larga noche en la que estuvimos atrapados desde las siete de la tarde hasta las doce del mediodía, pero teníamos la tranquilidad de que nuestros familiares estaban a salvo“, relata a este medio.
No fue hasta dos días después cuando pudieron acceder al almacén. La imagen que encontraron fue tan desoladora que Toni no puede evitar derrumbarse al recordarla. “El desastre era monumental. No sabría decirte lo que se me pasó por la cabeza porque era algo muy duro: vehículos y estructuras destrozados, material inservible… Fue tremendo”.
Un millón de euros en pérdidas
Entre daños de material y en la estructura de las instalaciones, las pérdidas provocadas por la DANA “pueden representar cerca del millón de euros”, según los cálculos de Toni. Y es que, únicamente han podido recuperar el material que se encontraba almacenado en los altillos, que suponía alrededor de un 20 % del stock de su punto de venta.
“Hemos perdido todo lo que estaba en el suelo (en su mayoría los bultos más pesados), los productos de latón y metal, y los equipos con componentes electrónicos. Solo hemos podido salvar materiales de plásticos o PPR (polipropileno) y lo demás hemos tenido que reponerlo”, confiesa el gerente, que sigue esperando aún la visita del perito.
La batalla contra el fango
Tras el duro golpe inicial, comenzaba una batalla contra el lodo que, de momento, no ha conseguido derrotarlos. A pesar de llevarlos al límite en varias ocasiones. Y es que, varios de los trabajadores llegaron a contraer la leptospirosis (más conocida como la bacteria del barro) debido al contacto diario con el agua estancada tras las inundaciones. “Todos los días respirábamos ese ambiente y nos terminó afectando la bacteria al estómago, aunque los síntomas fueron leves. Por eso, nuestra principal preocupación era sacar todo el barro lo antes posible. Hemos limpiado el fango de todas las instalaciones a conciencia, rincón por rincón, y a mano”, explica Toni.
Y todo ello gracias al esfuerzo de trabajadores, amigos, familiares y voluntarios, quienes se han afanado en las tareas de limpieza. Toni sabe muy bien que sin ellos no hubiera sido posible. Por eso, reconoce que “la nota más positiva que podemos extraer de todos estos días ha sido la solidaridad de todas las personas que nos han ayudado”.
En Suministros Maeztu han tenido muy claro desde el minuto uno que su prioridad era poner en marcha el autoservicio cuanto antes. Era, para ellos, la mejor forma de ayudar a mitigar las consecuencias del desastre. Este convencimiento se ha convertido en su mejor aliado. Y en el secreto de su éxito. “Estamos en una zona afectada y los profesionales necesitan materiales. Nuestra obsesión ha sido ofrecer un servicio de proximidad a los vecinos, y por supuesto también a los instaladores”.
El sector, volcado con el almacén
Junto a la labor de los voluntarios, la reacción del sector ha sido “para quitarse el sombrero. Nos han ofrecido todo lo que estaba en su mano: condiciones de flexibilidad, nuevos expositores, facilidades de financiación… Estamos muy agradecidos”, subraya.
Tampoco les han dejado solos los socios de Grupo Avalco (central de compras de la que Suministros Maeztu es empresa fundadora), que nos han transmitido “su fuerza, cariño y colaboración durante estos días”. De hecho, su gerente, Juan José Ayora, no quiso perderse la reapertura del autoservicio el pasado 9 de diciembre.
Muy abandonados, eso sí, se han sentido por la Administración, a la que piden una mayor agilidad a la hora de gestionar las ayudas. Luis Olmos, el director financiero de la empresa, se está encargando de los trámites con la asesoría de un gabinete de expertos. “Vamos por el tercer paquete de ayudas presentadas por el Gobierno y todavía no tenemos noticia de las primeras, aunque sabíamos que no iban a ser rápidas”, asume, resignado.
Los problemas son retos, no obstáculos
“En esta empresa somos positivos. Los problemas son retos, no obstáculos. Compartimos los triunfos. Amamos lo que hacemos. Somos proactivos. Nos ponemos en tu lugar. Trabajamos en equipo”. Son las frases grabadas en una de las paredes del autoservicio, que vienen a demostrar que los resultados no son fruto de la casualidad.
Esta filosofía es la que ha llevado a Suministros Maeztu (una pequeña empresa con una veintena de trabajadores y cerca de 30 años de trayectoria) a ir ganando, de momento, la batalla más dura de su historia. Por delante, quedan semanas de mucho trabajo. Y unas Navidades diferentes a las de otros años. Pero nadie les puede quitar la seguridad de saber que si el lodo no ha quebrado su ánimo hasta ahora, tampoco lo hará en las próximas semanas.
Que los problemas son retos y no obstáculos lo han demostrado durante estas semanas. Y que aman lo que hacen se percibe en sus relaciones y trato con los clientes (muchos de ellos auténticos amigos de la familia).
“Teníamos unas ganas locas de volver a trabajar. Nos hacía falta reabrir para cambiar el chip y volver a la normalidad. O a lo que más se parece a la antigua normalidad. Todos estábamos deseando empezar y ocupar la mente en el pedido, en la gestión y en la reposición para superar esta situación. Aunque nos queda mucho por hacer, creo que hemos superado con nota la primera etapa de este bache“, concluye, orgulloso Toni Ruiz.