Cristian Tamarit abre las puertas de su almacén, funcionando ya, aunque a medio gas, al área de Climatización y Confort, seis semanas después de la tragedia que encogió los corazones de los valencianos.
Durante la tarde del martes 29 de octubre, a las instalaciones de Levantia en Sedaví llegó el nerviosismo cuando recibieron los primeros avisos de inundaciones cercanas. En ese momento, Cristian Tamarit, responsable de la delegación, tomó la decisión de mandar a toda su plantilla a casa. Esa firmeza ha permitido que, a día de hoy, todos estén bien. Aunque sí hubo quien vivió momentos de angustia: uno de sus trabajadores se quedó atrapado en su vehículo durante horas, en el puente de Benetússer. Una anécdota entre todas las terribles historias que han ido escuchando desde entonces.
Tras la DANA, la plantilla de Levantia no consiguió acceder hasta el polígono donde se encuentran sus instalaciones hasta la semana siguiente, en torno al 6 de noviembre. Al llegar, se encontraron con la puerta de almacén completamente rota, lo que impedía el acceso al interior para conocer la magnitud de lo ocurrido. El agua habría entrado, abriendo el portón hacia el interior y, tras chocar con la pared del fondo, habría rebotado hacia la salida, bloqueando la entrada. Los doce empleados accedieron por otra de las puertas y empezaron, desde dentro, a mover todo el material extraviado hasta poder abrir el gran portón. Las pérdidas, incalculables por el momento: “teníamos todos los equipos, aire acondicionado, ventilación, conducto de chapa, aerotermia, placa de pladur, aislamiento, perfilería, pequeños materiales, cobre… Hemos perdido el 80 % del contenido del almacén”.
Cristian Tamarit abre las puertas de su almacén, funcionando ya, aunque a medio gas, al área de Climatización y Confort, seis semanas después de la tragedia que encogió los corazones de los valencianos.
Casi dos metros de agua
El agua que caía del cielo inundó el almacén de 1.500 metros cuadrados en apenas unos minutos, hasta alcanzar un nivel de 1,70 metros. A unos metros de dichas instalaciones, Levantia cuenta con otro almacén, de unos 700 metros cuadrados. Ahora, ya han conseguido “resurgir del barro”, en palabras de Tamarit, aunque cuatro gotas son suficientes para “volver a ver salir el fango del suelo”. Durante mes y medio, toda la plantilla valenciana, una docena de trabajadores, cambiaron su uniforme para vestirse con los monos blancos, aquellos equipos de protección individual (EPI) que tanto recuerdan a la tragedia de 2020.
Aunque con diciembre comenzaron a trabajar con “mayor normalidad”, Cristian Tamarit prevé que será “para febrero cuando podamos estar al 100 %“. Por el momento, una exclusiva furgoneta de reparto realiza la labor de las cinco que tenían antes de la DANA. Aquellos cinco vehículos acabaron totalmente siniestrados.
Por otra parte, la tienda, con su gran mostrador en L, y las estanterías con productos de exposición han desaparecido por completo. No queda ni rastro, tampoco, del comedor ni de la sala de informática. Todo lo que estaba en la planta baja se ha tenido que tirar. Desde hace un par de semanas, la situación es diferente. Tanto es así que ya se encuentran en plena búsqueda de ordenadores, mostrador, estanterías, etc. “Estamos con presupuestos para volver a la normalidad antes posible”.
Esa normalidad pasa, entre otras cosas, por la comprensión de los clientes. “Si ahora, en lugar de esperar tres días por los materiales, tienen que esperar una semana y media, lo entienden”, comenta, orgulloso, Tamarit.
De casa al trabajo y del trabajo a casa
La intensidad de las semanas limpiando las instalaciones de Levantia, recuerda el responsable de la delegación, se sumaba a la intensidad de limpiar sus viviendas. “Al final, todos veníamos de limpiar y ayudar en las casas para seguir limpiando en las oficinas”, explica. Pero empiezan a ver el sol tras la tormenta.
“Los ánimos están mucho mejor“, asegura Tamarit. Como confirmación, la música resuena en todo el almacén mientras sus compañeros colocan las unidades en su lugar, cantando y tarareando. “Ya estamos recuperando el ritmo, tras mes y medio limpiando barro, por fin, empezamos a ver el final de este horror”.