La historia de Grup Gaya se remonta catorce generaciones atrás, a la población leridana de Os de Balaguer, y a los trabajos de campesinado y construcción de una familia que, entonces, sin saberlo, plantó la semilla de una compañía instaladora.
En 1880, en la población leridana de Os de Balaguer, los antepasados de Antoni Gaya alternaban trabajos de campesinado y construcción como sustento. Entonces, aunque lo desconocían, hace más de un siglo y medio, plantaron la primera semilla de la que terminaría germinando, ya en el siglo XX, Grup Gaya. Concretamente, tras años y años de trabajo, fue Antoni Gaya padre, junto con su hermano Josep Gaya, en 1964, se instaló en El Vendrell (Tarragona), dando un nuevo impulso y dedicación exclusiva al sector de la construcción. Era ya la decimosegunda generación familiar.
Entre los años 60 y los 80 del siglo pasado, Gaya contaba en la empresa con ciertos empleados instaladores que realizaban trabajos similares a lo que es actualmente la compañía. Pero fue en 1995, con la entrada de su hijo Antoni cuando la especialización en instalaciones fue una realidad. “Mi hermano Alfonso ya trabajaba en la compañía, él es arquitecto, así que decidieron que yo me formara para crear un departamento específico de instalaciones de electricidad, fontanería, gas…”, explica Antoni Gaya hijo, actual gerente de la empresa familiar. Fueron, entonces, trece generaciones.
Grup Gaya: la formación por bandera
A partir de mediados de los años 90 del siglo XX, Antoni Gaya se incorporó a la compañía familiar que lleva su apellido, tras realizar trabajos en otras empresas. “Yo me formé en ciclos de FP, carnets de instalador, de mantenedor de calefacción, RITE… y me fui a formar y a adquirir experiencia a diferentes empresas”, recuerda. Una vez consideró que estaba preparado, volvió a casa para desarrollar lo aprendido fuera.

Desde entonces, si algo tiene claro Antoni Gaya es que “no he dejado de aprender y formarme”. Y, más concretamente, “formar al equipo porque en nuestro sector no puedes quedarte con lo aprendido hace años, hay que hacer un reciclaje continuo de conocimientos: salen equipos nuevos, normativas, productos…”. Tanto es así que en Grup Gaya cuentan con un departamento dedicado, únicamente, a la formación.
“Todas las ramas que tocamos -es decir, fontanería, RITE, telecomunicaciones, gas, electricidad…-, cuentan con formaciones específicas para nuestros trabajadores, para que puedan mantenerse al día”, explica Gaya. De hecho, va más allá, consciente de que sus trabajadores son el espejo de la compañía: “Si el trabajador no está formado y cualificado, es un paso atrás para la empresa“.
El negocio
En lo que respecta a su modelo de negocio, Grup Gaya cuenta con divisiones de instalación, construcción y promoción. De esta manera, desarrollan su labor en los ámbitos residencial, industrial y mantenimiento. “Abarcamos desde una pequeña avería en una vivienda particular hasta el mantenimiento de fábricas, clínicas, restaurantes u hoteles”, ejemplifica el gerente de la empresa. En climatización, desglosa, “aire acondicionado, calefacción, depósitos de gas, reciclajes de agua y sistemas de ACS” son algunas de sus líneas de actuación.

Antoni Gaya cumple, este 2025, treinta años desde que se incorporó a la empresa de su padre y, a su juicio, “nos ha sido más fácil adaptarnos a los cambios porque, como en Cataluña la figura del instalador es la del lampista, montamos todo un sistema de climatización sin depender de nadie para poder dar de alta una instalación”, explica.
Dentro de la evolución de su empresa, Gaya ha ido adquiriendo conocimientos en energías renovables, entre ellas aerotermia. “Es un aliciente para nuestros trabajadores”, asegura. Y lo explica: “Van adquiriendo nuevas capacitaciones en el sector y son ellos mismos, muchas veces, quienes tiran de nosotros para innovar e incorporar nuevos sistemas a nuestras líneas de negocio”.
El relevo generacional, la asignatura pendiente
Aunque la compañía llegó a estar formada por ochenta trabajadores -en los años buenos de la construcción, allá por los años 70 y 80-, actualmente Grup Gaya lo conforma un equipo de dieciséis empleados. Eso sí, las edades de la plantilla se encuentran “entre los 39 y los 48 años“, lejos de ese talento joven. “No encontramos relevo de ningún tipo, los jóvenes no quieren trabajar en la instalación y los pocos que nos llegan pierden la motivación y acaban abandonando“, lamenta Antoni Gaya.
“Estamos rechazando trabajos porque no podemos llegar a ellos, especialmente cuando son clientes nuevos”. Una realidad más que repetida en la mayoría de empresas instaladoras de nuestro país. “Siempre digo que este trabajo es increíble, puedes llegar hasta donde quieras”, destaca como ventajas Gaya. “Puedes empezar montando una pequeña instalación de aire acondicionado y acabar montando grandes equipos de industria”, ejemplifica. Pero lo tiene claro: “Es necesario querer trabajar en el sector y tener la motivación para afrontar el día a día que, siempre diferente, no es el de un trabajo de oficina”.
Parece que su mensaje ha calado en su proyecto de relevo generacional más importante: su hijo. Además de compartir nombre, Antoni Gaya, también va a seguir con la tradición familiar en lo profesional. El joven de 18 años ya se ha dejado ver en alguna de las ferias del sector, donde ha ido “adquiriendo conocimientos, viendo nuevos equipos y novedades para estar al día”. Efintec 2024 fue la puesta de largo de aquel niño que acompañaba a su padre en la furgoneta y que, ahora, va a emprender el trabajo más difícil del mundo: seguir con un legado familiar que lleva 150 años forjándose. Comienza el camino de la decimocuarta generación.